sábado, 24 de octubre de 2015

Ya es la hora.

El tradicionalista ,en el sentido completo del término, es un individuo que permanece fiel a la Verdad , en el ámbito de un régimen que se funda sobre principios contrarios a ella.

Pero aquí surge el gran problema: muchos -demasiados- tradicionalistas se han mostrado hasta tal punto preocupados por conservar la Verdad que han terminado por disecarla...han tenido tal cuidado en resistir a todo que se han cristalizado en una posición estéril. Para no rendirse al espíritu del tiempo , el tradicionalista se separa, a su pesar, de la vida natural del hombre; no solo cierra la puerta , también atranca la ventana.

Así, el tradicionalista, es en primer lugar un hombre que dice no a las fuerzas de la muerte... y eso además de ser correcto, es sano, pero si no acepta su realidad natural además de convertirse en un conservador/puritano repelente, puede transformarse en un hombre que dice no a las fuerzas de la vida.

En cuanto a pensamientos y sentimientos el tradicionalista vive una ruina... pero la ruina le pertenece.

miércoles, 21 de octubre de 2015

No entienden nada

Asco me dan aquellos que se autoproclaman "pueblo", que se reclaman mayoría...las mayorías, nos enseña la práctica,  no quieren liberarse sino exigir tiranías más firmes, mayor intromisión y control de poderes políticos en sus vidas; si algo detestan y temen las mayorías es la libertad, la Verdad. Le tienen horror, no la pueden ver. Las mayorías son un verdadero museo de todas las bajezas y miserias de los siglos con tal de que les impida pensar y sentir, reduciendo su vida al estómago y la entrepierna,  se lo tragan todo, lo admiran todo, lo desdeñan todo, lo defienden todo...pero no entienden nada.

Esa es la única mística de la democracia y sus voceros.

lunes, 19 de octubre de 2015

Miserables

El Mundo Moderno nos introduce de forma cada vez más asfixiante dentro de su paradigma de la vida pequeña, de la economía mezquina y brutal, de la exaltación del ombligo, de la renuncia a los hijos, a la fe, a los sueños, a la poesía,  al frío y al calor, ... convirtiéndonos en una masa tibia sin carácter , de ciudadanos del mundo, de hombres y mujeres envejecidos dentro de una inmadurez interminable...

Cada vez más pequeños, cada vez más viejos, cada vez más miserables.

Esta es nuestra triste vida, reducida a los placeres de la entrepierna y el estómago.

Sus ciudades,  sus salarios, sus tabús, sus tótems,  ... y su única salida: morir en nuestra pequeñez.