Decía Ángel Ganivet - personaje de trágica historia , por el cual siento un cariño entrañable - en su "Idearium español", que la síntesis espiritual de un país se encontraba en su arte y para ello afirmaba que el espíritu territorial de una patria era la médula, la religión el cerebro, el espíritu guerrero el corazón, el espíritu jurídico la musculatura y, sintetizaba, el espíritu artístico como una red nerviosa que todo lo enlazaba, unificaba y movía.
Hay en su obra muchísimas cosas que podría rebatir , pero esta concepción la intuyo verdaderamente acertada. Es precisamente por ello por lo que ,trasladada a la realidad de la España actual , resulta tan descorazonadora.
Dentro de esta concepción -puramente metafísica- observamos como España sufre una enfermedad que pudiésemos imaginar terminal: la médula la tiene cancerosa, el cerebro seco , el corazón funcionando al 16%, la musculatura atrofiada y viciada y además sufre de los nervios que ni enlazan, ni unifican, ni mueven.
No existe organismo en la Tierra capaz de soportar esa enfermedad , y , sólo un milagro del Cielo sería capaz de sanar el cuerpo y espíritu de esta patria traicionera.
Así me encuentro - nos encontramos, hermano -esperando la intervención divina y dando plena actualidad a aquello que preconizaba Balmes cuando decía que este país acabaría viviendo un proceso que lo llevaría a asemejarse a un mundo en ruinas, y que entre esas ruinas aparecerían las bestias y las alimañas que se alimentaría de los restos.
¡Qué razón tenía Balmes! qué pena que nadie escuchase la profecía...y así me encuentro - nos encontramos- intentando salvar los restos de un barco que prácticamente ha naufragado , de un castillo derruido, de un mundo que se derrumba...pero estoy -estamos- , como decía hace un par de semanas ,por el empeño de seguir siendo hombre , de conservar la fe y la valentia, de no perder la esperanza, siempre de pie... entre las ruinas.
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