Todo está impregnado: las fiestas, la televisión, la universidad, etc... con un mensaje que se traduce en el ansia irracional de tenerlo todo, de poder pagar todo lo que se ve y lo que es más importante, de no someterse nunca a ninguna moral limitativa.
Cualquier freno a esas ansias genera reivindicaciones cada vez más exigentes e insensatas en una población incapaz de aceptar el fracaso; el problema es que todo se está viniendo abajo de la misma forma, resultando un espectáculo casi sublime e impresionante, como el del edificio que se derrumba.
Despues queda el descampado.
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