<<Se dueño de tus pasiones y esclavo
de tu conciencia>> (San
Agustín).
La mercantilización y desacralización de todas las esferas de la vida,
especialmente la relativa al sexo y a la comunicación hombre-mujer, conduce
inevitablemente a la destrucción del vínculo humano básico, la familia, y como
consecuencia, la destrucción de las demás relaciones sociales; esto es, la
ausencia de empatía para con el prójimo, la
individualización colectiva, la desaparición de la comunidad y suicidio de
facto.
Asistimos a una extraña mezcla entre precariedad y
calidad vital, hedonismo saciado a través del consumo mercantilizado de la
intimidad, ausencia de vínculos familiares y sociales que conlleva a una
paradoja que en realidad es una consecuencia: cuanto más se sexua-mercantilizan
las relaciones humanas, cuanto más se insiste en una publicidad que colinda con
la pornografía, cuanto más crece el porcentaje del PIB relativo a la consumo
desmedido, cuanto más asociamos la realidad al éxito económico, más se reduce nuestra
condición de seres humanos, más se destruye la comunidad para transformarse en
masa y más nos acercamos a la plena similitud con el animal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario