En relación a la entrada anterior que publiqué ayer con sorpresa, he decidido pasar el siguiente artículo de opinión que realizara nuestro genial cura argentino en Agosto del año 1965 y que yo he tomado prestado de la recopilación editada por Libros Libres el año pasado, Pluma en Ristre, en su página 137.
Por mi parte, poco más que añadir.
Un cuestionario
Recibí no mucho ha un formulario de una <<encuesta
eclesiástica>> firmada por varios; y entre ellos, una persona que conozco
y respeto.
La pregunta número 4 rezaba así: <<¿Qué le falta al
sentimiento religioso de nuestra época?>>; y yo corregí un poco la
pregunta y contesté: <<¿Qué le falta a nuestra época? El sentimiento
religioso>>.
A mi me parece muy bien que hagan reuniones en Pilar para
discutir que cosas exige el sentimiento religioso de nuestra época; aunque
pudiera darse que lo que exige no es lo que necesita, como los chicos
caprichosos. A lo mejor lo que nuestra época necesita es eso simplemente: poner
exigencias. Pero estoy pronto s conceder que nuestra época puede exigir y aun
necesitar un pequeño cambio en la liturgia, con que se pongan en castellano
(bueno o malo) unas cuantas oraciones que antes estaban en latín. ¿Por qué no? Eso
no puede hacer daño; y cediendo a esa pequeña exigencia de nuestra época, nos modernizamos los curas.
A lo mejor nuestra época piensa que un nuevo traje eclesiástico
puede edificar más a los fieles, ¿y por qué no? Esos talares antiguos ya están
demasiado vistos. Y los curas que disponen de 10.000 dólares pueden fácilmente hacerse
un buen traje civil más bien plomizo o azul floncé
, con un plastrón de pastor protestante; y andar con el muy orondos por la
calle, esperando que nuestros hermanos separados nos aprecien la delicadeza. No tengo nada contra eso: los clérgerminans son más prácticos que la
sotana para andar en colectivo; y no teniendo todos los curas auto particular ,
muchos tienen que usar la carrozza di
tutti; menos yo, que me arreglo tan guapamente con no salir de casa.
Incluso la exigencia de <<un nuevo Misal>> no me
repugna; católico, se entiende. Sé que el Nacional
Church Council de Norteamérica, que cuenta con la adhesión de 228
<<iglesias>> (o sectas) con muchos miles de dólares y un 40% de
<<pastores>> comunistas, ha publicado no solo un nuevo misal (Prayer-Book) sino una nueva Biblia
modernizada; y podada de muchos versículos viejos y fastidiosos acerca de la Divinidad de Cristo, los
Judíos, y lo que ellos llaman <<la moral sexual>>; no sé bien por
qué, pues de moral tiene poco.
La nueva Biblia ha gustado a todo el mundo en general,
incluso a los comunistas, ¿y cómo no?, de los 95 traductores de la Revised Standard New version of the Bible, treinta por
lo menos son comunistas. Como dijo uno de ellos, el comunista Manning Johnson,
citando el manual de la escuela Lenín de Guerra Política: <<Donde esté la
masa, allí debe estar el comunista, y la masa de la USA es protestante…>>>.
No digo debamos seguirlos en todo, pero me parece un buen
ejemplo, por lo menos en lo referente al nuevo Misal.
Pero a lo mejor se puede responder más barato a las
exigencias de la época tomando el misal viejo y encuadernándolo de nuevo con
tejuelo en oro que diga <<Nuevo
Misal>>. Y aún más: como el misal viejo lo usaban tan poco los
fieles, incluso en su traducción castellana y debe de andar casi nuevo
flamante, a lo mejor ni es necesario encuadernarlo de nuevo, sino cambiar el
tejuelo solamente; que siempre sería una ganancia adicional para la editorial
Bonum, que creo tiene el monopolio de estas cosas.
En estos pensamientos andaba yo, el codo en la mesa y la
mano en la quijada, respondiendo mentalmente al cuestionario, cuando me
acometió un pensamiento fatídico: <<¿Quién
te dice que las exigencias de la época no vayan a cambiar dentro de poco?>>.
Por ejemplo, que la gente comience a decir que era mejor la antigua misa en latín
y de frente al Santísimo, y no de frente a la masa, porque era más corta; o
bien comience a decir que a los curas les sentaba mejor la sotana, que al fin
es un tapamiento que oculta los pantalones remendados o sin planchar, e incluso
la barriguita, que el actual clérgiman
no hace más que destacar; como pasó igualmente con los pantalones de las
mujeres, que cuando éramos jóvenes nos entusiasmaban, y ahora cuando nos
cruzamos una empantalonada, le mandamos una retahíla de maldiciones entre
dientes. Todo esto es prosaico, pero sucede.
Entre paréntesis, ahora recuerdo que leí una <<carta
de una lectora>> en <<La Prensa>>, en
que las maldiciones las manda ella, por que no la dejaron entrar en pantalones
en un Museo; siendo así que en muchas parroquias (alega) los <<curas jóvenes>>
les dejan entrar de pantalones y sin velo ni nada en la cabeza, dejando a un
lado la poesía que dice:
Niña, en la iglesia tu
cabeza tapa:
San Lino lo mandó,
segundo Papa.
después de lo cual concluye: <<¿En que época viven
todavía esos reglamentos retrógrados de los Museos, cuando hasta los curas se
han puesto a la altura de las exigencias de la época?>>.
De modo que a la <<cuestión>> del cuestionario número
5 que rezaba: <<¿Qué opina de la reforma del traje eclesiástico?>>,
que yo estaba por responder: <<Espléndida>>, me contenté
prudentemente con decir: <<Por ahora nada; veremos en lo que para>>
- como dijo el chófer cuando se le rompió la dirección del auto.
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