viernes, 23 de diciembre de 2011

La Cruz de Santiago



Hay que situarse en Clavijo para conocer el origen de la Cruz de Santiago, en la villa riojana de Clavijo, para ponerse delante de los acontecimientos que allí tuvieron lugar.

Se cuenta, por algunos historiadores, que en el año 844 Ramiro I, rey de Asturias, sostuvo en ella una batalla contra los moros, a los que, gracias a la intervención del Apóstol Santiago, que apareció montado en un caballo blanco y enarbolando una bandera blanca también, con una cruz roja, logró vencer en la contienda.

Sin embargo, dicen otros, que la tal batalla no se dió en Clavijo, sino en Albelda de Iregua, localidad también de La Rioja, en donde Ordoño I de Asturias obtuvo la victoria sobre su oponente Muzaben-Zeyad, en 852, y en ella, en contra de lo que se diga, no tomó parte el Apóstol Santiago.

Pero hay que seguir con la idea de Clavijo. A 15 km. de la capital de La Rioja, en dirección Sur, se encuentran las ruinas del castillo de Clavijo, en una de cuyas derruidas torres se puso una enorme Cruz de Santiago hecha de hierro, sin duda como símbolo de lo que allí aconteció y puesto en duda por algunos estudiosos de la historia, mientras otros lo dan por cierto. En tomo a sus murallas, según es tradición, dice la leyenda, se enfrentaron moros y cristianos, en cuya batalla se apareció el Apóstol Santiago, montado sobre un caballo blanco, ayudando a los cristianos.

Tal batalla, sigue diciendo la leyenda, la inició Ramiro I, para poner fin al Tributo de las Cien Doncellas, que debían ser entregadas todos los años al Califato de Córdoba, según un acuerdo establecido que evitaba toda agresión.

Con la intervención del Apóstol Santiago, los cristianos lograron la victoria, y en prueba de agradecimiento, Ramiro I, concedió el 25 de mayo de 844, en Calahorra, el Voto de Santiago, consistente en que los campesinosdel norte de España venían obligados a pagar la décima parte de sus cosechas a la Catedral de Santiago de Compostela, que estuvo vigente hasta su abolición por las Cortes deCádiz en 1812, siendo restaurado en 1936, pero bajo un aspecto religioso, continuando sin efectividad su carácter material.

Y pese a la insistencia de buen número de historiadores que niegan estos hechos, la tradición popular, a ese paraje, le dio los nombres de “Cuesta de los Templarios” o/y “Campo de la Matanza”. Y en Sorzano, el tercer domingo de mayo de todos los años.

Tiene lugar la “procesión de las Cien Doncellas”, en la que toman parte , como es obvio, muchachas vestidas de blanco con ramos de acebo en las manos.

Pero las cosas van más allá, y la tradición de esta batalla, en la que la espada de Santiago se tiñó de rojo con la sangre de los infieles, se aumenta con el recorrido que hizo Santiago para llegar al campo de la batalla de Clavijo.

Lo hizo saltando de montaña en montaña, quedando marcadas las herraduras de su caballo blanco en las rocas en las que posaba sus pezuñas, sin que ninguna se borrara. Venía, según continúa la tradición, el Apóstol desde la cercana provincia de Burgos, siendo Tobía la primera localidad riojana que pisó. Y allí en donde las herraduras quedaron estamplilladas, se le llamó “La Patada”. De un salto alcanzó el Pico de la Perdiz y ya Clavijo. Aunque se dice que también en otros lugares, como en Igea y Cervera del Río Alhama, pueden verse las señales de la galopada de Santiago.
 
 

Al parecer el día 25 de septiembre, es la fecha en que tuvo lugar la dura y mortal guerra, por lo que se aprovecha para sacar en procesión a la imagen del Apóstol Santiago montado en su caballo blanco, con el estandarte del mismo color y, lógicamente, la espada, haciendo el recorrido desde Clavijo hasta su ermita, en la que se guarda una reliquia de Santiago. Dicha capilla está situada al pie del monte Laturce, en donde se batieron cristianos y moros. Con dicha imagen ecuestre también se saca a la Virgen de Tendudía, así conocida al ser invocada por el rey cristiano:”

¡Detén tu día!”, para que los agarenos no pudieran librarse del acoso y castigo de los cristianos en la oscuridad.El pueblo tiene coplas y dichos en tomo a este hecho como sobre el lugar de los acontecimientos. Sirvan de ejemplo:

“Santiago con su caballo,
a los moros perseguía.
y yo te persigo a tí,
porque te llamas María”.

“Si quieres tener un hijo
debes mirar a Clavijo”.

Todos los que se apegan a la leyenda dan cuenta, con profusión de detalles, de como Santiago Apóstol, montado sobre un caballo blanco, y con la espada en una de sus manos, como emblema de lucha; la cruz o el estandarte en la otra, como símbolo de religiosidad, se desenvolvía en el campo de batalla en medio de los gritos y el fragor de la contienda.

Tiempo después, el Arzobispo Gelmírez, que se hizo cargo de la sede compostelana, de igual forma empuñaría tanto la espada, como el báculo o la cruz, llegando así a ser el prelado guerrero que emuló al titular de la sede santiaguesa. La historia, de otra manera y bajo distintas circunstancias se repetía.
 
 

Leyenda o realidad, es el caso que en el año 1970, y en el llamado “Campo de la Matanza”, ya mencionado, se hincó un monolito con la siguiente inscripción:

“Recuerda, caminante, que este
Campo de la Matanza, que desde
aquí divisas, fue el mudo testigo
que vio, en el fragor del combate
entre Ramiro I y las huestes de
Abderramán II –año 844-, la aparición
Del Apóstol Santiago, capitán en blanco
corcel, vendaval de la morisma,
iSantiago y cierra España!”

Recuerdos imperecederos de la tal batalla, real o no, pero de muy arraigada tradición jacobea, suponen el escudo de la región, en el que figura la cruz de color rojo de Santiago. También hay memoria de la lucha en el Solar de Valdeosera, fundado por el rey don Sancho de Navarra, así como interesantes datos en el archivo de la iglesia de dicha localidad, figurando en las listas de la Batalla de Clavijo, los Tejada de Valdeosera, etc., etc.

Don Miguel de Cervantes Saavedra, en su universal obra “Don Quijote de la Mancha”, hace mención a estos hechos, poniéndolos en una conversación que mantiene don Quijote con su escudero Sancho:

“-Yo así lo creo -respondió Sancho-, y quería que vuesa merced
me dijese que es la causa porque dicen los españoles cuando quieren
dar alguna batalla, invocando aquel Santiago Matamoros: iSantiago y
cierra España! ¿Está pore ventura España abierta, y de modo que es
menester cerrarla, o que ceremonia es esta?
-Simplicísimo eres, Sancho -respondió don Quijote-; y mira que
este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por
patrón y amparo suyo…”.

Y pese a todas estas leyendas, dimes y diretes sobre el polémico asunto, la tan traída y llevada espada, convertida en Cruz de Santiago, tuvo que ceder su protagonismo a la concha de venera, siendo ésta el emblema de los peregrinos, y no la otra, como también de todo lo jacobeo.
 
 

En el “Tumbo de la ciudad” de Compostela, al folio 13, o lo que es lo mismo, en la página 13 del libro grande de pergamino, donde las iglesias, monasterios, concejos y comunidades, tenían copiados a la letra los privilegios y demás escrituras de sus pertenencias, se aprecia en el ángulo izquierdo un dibujo a la manera de escudo, apareciendo en el centro el Apóstol Santiago a caballo, sobre un campo de conchas de venera y ocho leones acostados en la orladura. Éstas eran las insignias de la ciudad, sin que aparezca por ninguna parte la cruz roja en forma de espada.

Dichas insignias, que se usaban en banderas, guiones y pendones, las confirmó el Rey Don Pedro I por un Diploma, según se desprende de un documento de 1559.

Al dejar de utilizarse este escudo se adoptó, siguiéndose sin tener en cuenta la cruz bermeja, otro en el que aparecía la tumba del Apóstol de plata y sobre la urna la estrella del Libredón, de oro y rayos de plata sobre campo azul.

El que generalmente se emplea, sin contar para nada con la cruz en forma de espada, es uno dividido en dos cuarteles. En el de la derecha la Tumba del Apóstol con la estrella. En el de la izquierda el Cáliz con la Hostia de manifiesto sobre él y rodeando el conjunto las siete cruces que representan las siete provincias en las que hace tiempo se dividía Galicia, siendo Santiago de Compostela su capital. Ambos cuarteles sobre campo azul y corona mural.

No obstante la Cruz de Santiago está presente, no ya sólo en los hábitos y ropas de ceremonia de los canónigos y Cabildo de la iglesia compostelana, sino también en el Puerto de Ibañeta, en donde se alza el Monumento a Roldán. Consiste en un mehir enuna de cuyas caras está la espada en forma de Cruz de Santiago, cruzada por dos mazas con cadenas, todo ello en hierro. En su parte superior se lee “Roldán”, y en la parte inferior “778-1967″. También, como quedó dicho, en una de las destruidas torres del castillo de Clavijo, para testimoniar lo ocurrido en el lugar. En la localidad de Vlllalcázar de Sirga, Carrión de los Condes, Palencia, una piedra reproduce la Cruz de Santiago en forma de espada, en recuerdo de la Orden de Santiago. En la reja de la iglesia de Uclés, etc.

En la catedral compostelana aparece en varios puntos: en la fachada del Obradoiro en piedra, en el parteluz de la puerta principal, como asimismo en el cuerpo central, arriba, en metal, a ambos lados de la hornacina que protege la estatua del ApóstolPeregrino. También en la bóveda de la Biblioteca y Sala Capitular, en el techo de la capilla del Pilar y, naturalmente, en el centro de la esclavina que luce la figura sedente de Santiago en el Altar Mayor de la catedral.

Y aunque hay que repetir que la Cruz de Santiago, en cuanto a símbolo del peregrino y escudo o insignia jacobea, no tiene nada que hacer, puede encontrarse profusamente representada en los más variados y espantosos objetos que se ofrecen a los visitantes a la ciudad, sean o no penitentes: como abrecartas, insignias de solapa, que ahora dicen “ping”; gemelos, pisacorbatas, rosarios, llaveros, pulseras, pendientes, gargantillas, indumentaria de los tunos de las distintas facultades de la Universidad compostelana, banderas de casas regionales gallegas e instituciones, guiones, equipos de fútbol, en confiterías con la “Tarta Compostela”, botonaduras, carpetas, botes para lápices, bolígrafos, pastilleros, bordones, calabazas, conchas, dedales, etc., etc. Lo que se dice en los objetos y chismes más inverosímiles. Naturalmente que también en iconografIas de Santiago, como puede ser la escultura en madera policromada, hecha hacia 1667, que se conserva en la Capilla del Sagrario de la Colegiata de Santa María de Briviesca, Burgos. O el “Matamoros” de la parroquia de Santiago de Cantabrana, también en Burgos.

La Cruz de Santiago, con forma de espada, es latina, de color rojo, con los extremos del travesaño floronados y el pomo en punta de lanza, que conocida por “el lagarto”, será durante mucho tiempo, siglos, el distintivo más codiciado por la nobleza, la aristocracia y también por los que no tienen “sangre azul”.
 
 

Se cuenta, que cuando los cristianos entraron en Sevilla, pororden de Fernando III El Santo, siendo mandadas las tropas por el Almirante Bonifaz, de Burgos, y el almirante gallego Payo Gomes Charino, conquistándola a los árabes, el primer estandarte que ondeó en sus murallas fue el llamado “Estandarte de Santiago”, bendecido por el Papa, y que, según una descripción hecha de él en el siglo XVII, era de dos puntas y de dos varas de ancho por cinco y media de caída. Estaba hecho de damasco rojo, con el Apóstol Santiago Caballero, en un caballo blanco, figurando un guerrero a la jineta; una cruz grande con cuatro brazos iguales, que remataban en forma de flor de lis, estas dos de color blanco y con cuatro veneras de oro sobrepuestas en los ángulos. Al otro lado había el mismo dibujo. Esta reseña coincide plenamente y en todo con la que se hace de la bandera de la Orden de los Caballeros de Santiago.

La constitución de la Orden Militar de Santiago, no está exenta de discusiones. Para unos se creó en los tiempos del Rey Ramiro I, por los años 842-850, formándose bajo la advocación y título de Santiago, en recuerdo del milagro obrado por el Apóstol en Clavijo, “siendo Fratres de Cáceres” su nombre más antiguo, dándose el nombre del fundador “el general Maestre de Campo don Sancho Martínez de Tejada”, siendo armado caballero de la Orden y nombrado su General Maestre, por el mismo Ramiro l.

Para otros la Orden aparece en 1170, para ser confirmada en 1175 por el Papa Alejandro III. Pero es que incluso se habla de una leyenda a ella imputada. “Según ésta, su fundación se debe a un noble caballero, autor del parricidio de su hijo, el cual, arrepentido consagró su vida a pelear por Santiago, y exigió el mismo voto de sus deudos, imprimiendo una cruz en las blancas capas con el puñal mojado en la sangre de la víctima, como recuerdo de sus pecados. De ahí que la Cruz de Santiago sea roja y afecte la forma de puñal”.

La vida, obra y milagros de dicha Orden, no es tema de estas páginas, y si se la nombra es para dejar constancia de sus insignias, entre las que figuran, naturalmente, “…una cruz encarnada, en figura de espada, puesta en el centro de un manto capitular blanco y largo de lana. En un principio parece no fue la Cruz del Apóstol en forma de espada, como actualmente se usa, sino sencillamente de brazos cuadrados iguales; posteriormente hubo de modificarse, flordelisando la punta de sus brazos; adoptando,finalmente, la forma de espada usada actualmente, si bien en diferentes modelos, basados todos ellos en este patrón. A más de la cruz-espada figura, en varios documentos de la Orden, sobre la misma Cruz y bajo el pomo, la venera o concha. En los sellos antiguos de los Maestres aparecían a más de la venera, una estrella y una media luna a cada lado de la cruz; y en los de los conventos solía ponerse una cruz a cada lado. El uniforme de calle consiste en una guerrera blanca con la cruz en el pecho…”. Repitiéndose esto mismo en el traje de ceremonia.

El tema de estos Caballeros era: “Rubet ansis sanguine arabum” (La espada se enrojece con la sangre de los árabes), junto a la divisa: “Leones en el campo de batalla y corderos en el convento”.

Fue otra la Orden del Ala de San Miguel, instituida en 1171 por Alfonso VIII:

“Su emblema era una cruz roja en forma de espada, campeando sobre la blanca túnica de los caballeros; los brazos de la cruz remataban en flores de lis y, por encima una banda con la inscripción: -iQluis ut Deus!- (iQuién como Dios!); a los dos lados de la cruz y cerca de su extremo inferior había otras dos flores de lis. Algún cronista sostiene que esta Orden tenía también por emblema un ala de color encarnado, circundada de rayos de oro”.

En Portugal, y a partir de las bulas de separación del Papa San Celestino V, y otros papas posteriores, se aprobaron la elección de un Gran Maestre para los portugueses de la Orden de Santiago. Sus caballeros siguieron llevando la misma cruz roja en forma de espada como distintivo, pero orlada de una trencilla de oro.

Llevan, asimismo, la cruz roja de lagarto, la Cruz de Santiago, las Comendadoras de Santiago, cuyas religiosas también son llamadas “Caballeras de la Orden de Santiago”, con las mismas pruebas y profesión que los varones para su ingreso.

Fue otra la Orden del Apóstol Santiago de la Espada, nacida hacia 1170, casi igual a la Real Orden Militar de Santiago, legalizada como asociación en 1989, y disuelta posteriormente por sus promotores. Tenían por insignia la Cruz de Santiago cargada en el centro con una venera de oro. Esta Orden nada tiene que ver con la que dicen fundó el Rey Ramiro.

Llevaron sobre su pecho la roja cruz-espada de Santiago, personalidades de la talla de San Francisco de Borja. El Duque de Gandía, don Álvaro de Luna, don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, don Diego Velázques de Silva, don Pedro Calderón de la Barca, don Francisco Quevedo de Villegas, Francisco Pizarro, Alonso de Ercilla, Jorge Manrique, Príncipes de Asturias, Reyes, Infantes, Atletas y otros muchos.

La Cruz de Santiago, la Cruz-Espada de color rojo, se representa, sin perder su general patrón, con la hoja en forma de machete o de puñal; con la hoja ancha en su entronque con el travesaño que se va afinando hasta terminar puntiaguda; lanceolada, recta y como espada medieval, siendo común que el travesaño y el pomo terminen en flor de lis, muy perfilada o dejándola en esbozo.

Esta misma cruz fue adoptada también por el campo militar desde siglos atrás, usándose en el presente como distintivo del Ejército de Tierra, figurando también en los escudos heráldicos de varias divisiones y cuerpos de las fuerzas armadas españolas, ante el patronazgo del Apóstol Santiago.
 

 

 
Por Rafael Yzquierdo Perrín (Leyendas e Historias Jacobeas)

jueves, 22 de diciembre de 2011

Feliz Navidad

¡Que cosas se encuentra uno dando un paseo nocturno por la calle oiga!


Y ya puestos,
¡FELIZ NAVIDAD!

sábado, 17 de diciembre de 2011

Reflexiones castellanas: ¿es usted policía?

  


Hacía mucho tiempo que no me daba la vena de ponerme romanticón con los temas de trabajo, pero hoy he tenido tiempo de pensar (mal hábito, lo sé) y he llegado a una conclusión que , por sabida e interiorizada, la tenía olvidada; la conclusión es simple:  estoy orgulloso de ser policía.

Estoy trae diferentes observaciones, mas si cabe dentro de un planteamiento crítico, al propio sentimiento de orgullo y la noción del ser policía, incluso si me apura y me soporta querido lector, al puro concepto policía.  Sea paciente amigo mío, me explico.

Esta semana ha sido como las demás, el Lunes un camello de poca monta nos lió un pollo de cuidado; mientras mi compañero (que además es mi amigo)  y yo realizábamos una identificación con motivo de una reclamación judicial, el camello en cuestión se puso muy nervioso y antes de que cantase un gallo ya estaba lanzando puñetazos y patadas (que por cierto me dieron a mi)  para intentar salir por patas; intentar, si, pues mi compañero estaba en el lugar y pudo interceptarle. Acabamos los dos revolcados en el suelo con él para poder reducirlo y engrilletarle, mientras el buen ciudadano traficante de droga increpaba a sus colegas para que le echasen una mano con los dos maromos de más de cien kilos que tenía encima, yo pedía refuerzos por el equipo. Cuando la cosa estaba más jodida y los ánimos más caldeados, los amigos del personaje en cuestión (se podrán imaginar, ningún premio Nobel entre ellos) venían con intenciones nada saludables para el que escribe y su compañero. En ese mismo instante llegó un zeta, a los pocos segundos otro y así hasta 3 vehículos radiopatrullas habían acudido de refuerzos, ¡en menos de 1 minuto!. Lo demás no interesa al relato.

El Miércoles nos curramos varios servicios que, fruto del trabajo de varias semanas, se tradujeron en un par de entradas en determinados puntos calientes de venta de droga de la zona donde trabajamos. Cuando durante la reunión previa solicitamos que viniesen  con nosotros un par de indicativos de apoyo, la reacción de los compañeros fue impresionante, parecía que regalábamos cupones, absolutamente todos se quisieron apuntar. Sobra decir que el jefe puso orden, asigno un zeta y un indicativo de motos de apoyo. También sobra decir,  el resto se quedaron atentos al equipo por si había que apoyar, bastante cabreados por no haber podido venir.

Esto resume de forma gráfica y bastante a las claras el ambiente que a día de hoy se está viviendo en las comisarías españolas, mayormente en las plantillas donde abundan los compañeros más jóvenes, y da que pensar en la situación que vivíamos hace apenas 6 o 7 años en comparación con la actual. Todo un lujo.

Otra de las cuestiones que me hizo reflexionar acerca del hecho de sentirme orgulloso por poder ejercer un oficio que amo de corazón, ha sucedido hoy, durante el trabajo y la verdad no es nada del otro mundo pero es un hecho que ejemplifica de forma extraordinaria el tema que estoy tratando y que quiero hacer ver al lector.

Ya era de noche y escuchamos por el equipo que se comisiona un zeta debido a la llamada de un vigilante de seguridad de una obra que requería presencia policial debido a que varias personas habían entrado en dicha obra y podían estar robando material de construcción. Nos hemos puesto las pilas y hemos acudido; mientras que llegábamos al punto, no pensábamos en el peligro que podía acarrear llegar los primeros, no pensábamos que nos podían abrir la cabeza a ladrillazos (ojo que esto ya me ha pasado) o que nos podríamos encontrar con personas que no tuviesen nada que perder (y estos, cuando se sienten acorralados son bastante peligrosos) … no, íbamos comentando los planes de boda de mi compañero, las risas que nos pasamos el Jueves, lo jodida que se está poniendo la vida con la dichosa bajada de sueldo y que los inútiles y calienta sillas de la División de Personal no sacan ni pa atrás Acción Social este año. Estoy convencido de que si nos hubiésemos parado a pensar lo que nos podría suceder habríamos llegado al lugar acojonados o simplemente no haber ido (ya que no era a nosotros a quienes nos habían comisionado, simplemente íbamos…) por que a todo esto, ni somos super hombres ni tan siquiera personas dotadas de características especiales, somos simplemente hombres y como tal nos tenemos.

Al final la cosa fue una tontería, unos bandarras que no tenían nada mejor que hacer que colarse en una obra para hacer un poco el ganso y pasar la tarde, pero ese no es el hecho. Podría poner muchísimos ejemplos que a lo largo de mi carrera he vivido, pero creo que explico perfectamente lo que quiero decir.

Es decir, estoy orgulloso de mis compañeros y de la labor que desempeño; pero aquí viene otra cuestión de fondo, al final de todo ¿qué somos? ¿simples funcionarios o algo distinto? ¿Somos personas que trabajan para el Cuerpo Nacional de Policía o somos policías que formamos dicho cuerpo? Sabemos bien que , como en botica, hay de todo y más si nos fijamos en determinados puestos y alguna que otra oveja negra dando balidos por los pasillos. También escuece mucho el propio comportamiento de nuestros cabezas pensantes (con sus puestos designados por el politicastro de turno), su séquito de lameculos y los que ansían la palmadita en la espalda, por cierto, estos últimos los peores. Esto genera una gran controversia, pues a los ojos de la gente todos somos policías pero desde dentro sabemos y conocemos la diferencia, sabemos que no somos lo mismo y de hecho no nos consideramos iguales, jugamos en distintas divisiones y desgraciadamente el reconocimiento es la mar de injusto.

Por un lado estamos los policías, los que curramos y curramos bien: el chaval que patrulla los peores barrios de madrugada, el inspector que coordina un turno, el que coge las denuncias de una mujer que acaba de ser violada, el que sentado en un apolo se tira 12 horas vigilando un objetivo, el que se pega 10 horas frente a un ordenador trabajando unas diligencias fruto de una investigación de meses,  el jefe que se pega con un juzgado entero para dar la cara por los suyos , que sabe suyos y que siente suyos…los que no trabajan sino que pelean.

La otra división es más turbia, más oscura: son los que trabajan para si mismos y, de paso y por que toca, para la Policía. Son los trepas, los calienta sillas, los que se esconden en las intervenciones, los corruptos, los que son capaces de traicionar a sus muertos por la dichosa palmadita o el puesto prometido, los que se prostituyen al interés político o mediático, los que venden el buen nombre de nuestra institución, los que carecen de escrúpulos, los vividores, los sinvergüenzas…los mierdas, los cobardes.

Nos acercamos ya al meollo de la cuestión, el propio y real significado de policía que va íntimamente unido al propio ser policía. ¿Es policía todo el que supera unas pruebas, tiene placa y pistola? Legalmente de necios sería negarlo, pero no todo el que posee esas cualidades será policía a los ojos de la propia filosofía, del mismo sentido común y de sus compañeros.  Veamos que nos diría la mente más privilegiada de su época y una de las más influyentes en la propia cultura occidental (antaño cristiana) , el Buey Mudo, Santo Tomás de Aquino: <<Ens est id quod haber esse>> , es decir, se entiende por ser cualquier manifestación del ser en cada una de sus características: como acto y como potencia. Será policía quien actúe, se manifieste y ejerza como tal, además como es obvio de tener esa condición de puro formal, que es la que legalmente le considera como agente de la autoridad, otorgándole una serie de obligaciones y oficio que le serán remuneradas.

Vamos a volvernos locos, que esto se va terminado. ¿Policía? ¿Policía será quien  adopte un sistema de leyes cambiantes y no posea ni voz ni conciencia? ¿Qué acate todo como una máxima indudable? si la cosa es así, ¡que pare el tren que yo me bajo! pues de estos polvos vienen aquellos lodos y de nada valdría seguir escribiendo. El policía sabe que se tiene que adaptar , lógicamente, a un sistema legal y que en la medida de sus posibilidades y conciencia debe hacerlo cumplir, pero sabe también a quien se debe; se debe a los suyos, a su familia, a sus vecinos, a su comunidad … a su patria; porque lógicamente la quiere, la respeta y la guarda…este es el fin de la existencia de nuestro oficio, lo que debemos tener claro al final y lo que algunos no entienden o directamente se lo pasan por el forro de las pelotas. Por ello debemos sacar a relucir aquel concepto que nos enseñaron muy por encima y de pasada (mientras nos taladraban con detritus de corrección política inservible)  en las aulas de la academia y que no es otro que el poder discrecional, la capacidad de decidir y el deber de amoldar los hechos y las circunstancias a la propia situación, a la personal y necesaria decisión.

En fin, por hoy ya es suficiente y me quedo contento de saber que alguien haya podido acabar la parrafada que les acaba de soltar este extraño sujeto. Por lo menos reflexione querido lector…

¿Es usted policía?

Ahí es nada.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Juana Tabor, 666 y El 6º Sello, de Hugo Wast

666 Homo Legen

Editorial Aldecoa , Colección "Obras completas de Hugo Wast" Tomo XXIX

Parece mentira que uno de los escritores más prolíficos y de mejor calidad de lengua castellana de todo el siglo XX sea en la actualidad prácticamente un desconocido. He de admitir que yo no sabía absolutamente nada de él hasta que apareció el “libro-combo” 666, que recoge las dos partes de la novela que el autor escribiera sobre el Apocalipsis y que fue reeditado por Homo Legen hace unos años.

Lógicamente la hegemonía bien pensante me invita a creer que cuando un autor es silenciado es que generalmente resulta nocivo y  peligroso para el pensamiento único. Esto viene sucediendo desde que el mundo es mundo, aunque quizás ahora resulte más inverosímil debido al modelo de sociedad (que posee como pilar de  crecimiento  la velocidad de información). De todas maneras, el autor proviene de un país latino, más si cabe hispánico, ambiente sociocultural idóneo para el progresismo, donde tenemos la inteligente manía de querer convertirnos en vanguardia del progresismo internacional. De esta clase de silencio en España sabemos mucho, pero a poco que rasquemos nos encontramos que los países hermanos actúan de forma similar y en el caso de mi bien amada Argentina, se lo podrían haber preguntado al Padre Castellani sin ir más lejos y es que , estimado lector, ya sabemos que todo se pega.

En fin, tomando la novela cabe mencionar que me ha sorprendido bastante, rápida (a pesar de que la historia abarca décadas) , inteligente y sana, en algunos casos terrorífica (las apariciones de Voltaire, la bacanal final en la India…) y siempre esperanzadora En ella no vamos a encontrarnos con conspiraciones de claustro ni con ordenes militares masónico-progresistas, nos vamos a encontrar con puro y duro cristianismo. 

¡Paremos! Usted podrá pensar que quien coño soy yo para opinar acerca de si la visión novelada del Apocalipsis que nos ofrece el autor es verdaderamente cristiana o es una simple vanagloria de un pirado, y seguramente tendrá razón, no soy teólogo  y el Apocalipsis necesito que me lo expliquen cada tres líneas, pero es que precisamente el autor tiene un exquisito libro de exégesis, “El 6º sello”, acerca del Apocalipsis donde plasma una interpretación puramente ortodoxa de lo que como intelectual católico conocía e intuía en el último de San Juan. Esto no lo digo yo, lo dice en el prólogo  el padre Don José J. Ortega Torres, sacerdote e intelectual colombiano. 
Total, la novela es una síntesis más mundana de la interpretación que del Apocalipsis concreta Don Gustavo en “El 6º Sello” y cabe decir que lo hace muy bien. En mi opinión se va de rosas cuando trata el tema de las revueltas y la guerra en Argentina, pues lo deja inacabado y este es el único contra punta que encuentro en la novela, la cual posee todas las cualidades para enganchar. Cosa esta última que nos deja con un cierto aire de insatisfacción al acabarla por que se hace corta y uno quiere más.

Hugo Wast es uno de esos autores que tenemos la obligación de recuperar.

Cómo convertirse en un icono progre, de Pablo Molina

  
Editorial Libros Libres 2008


Este pequeño ensayo pretende recoger en sus páginas una crítica al progresismo que sea  inteligente, aplastante a la vez que divertida. El autor pretende dar cabida a toda la munición de ironía y sarcasmo que cree poseer y abre fuego contra su enemigo.

En estos casos de fuego amigo, un autodenominado liberal-conservador (¡total ná! Libertad Digital, La Razón…blablabla)  metiendo chicha al progresismo, no me suelo meter por que, en efecto, me resultan graciosos y entretenidos, no obstante en este caso me he animado a ello y es que  no he podido soportar los aires de intelectual perdonavidas del autor, que va de sobrao en todo momento cuando, la verdad, debía de haberse dedicado a escribir la lista de la compra.

Es un libro simple, que pretende hundir topicazos progres mediante el método del topicazo liberal, sin aportar ninguna clase de solución al hecho que pretende abarcar… además de resultar muy cansino; la ironía y el sarcasmo, cuando se carece de inteligencia, no es un arma digna de ser empleada en literatura. En mi humilde opinión el autor debería haber relegado estas cualidades que cree poseer a sus columnas de opinión, más cortas y más digeribles pues, como ya indiqué, resulta cansino.

Además no cesa de pecar en los mismos aspectos que critica, es decir, el empleo de un pensamiento “eslogan” que no requiere ninguna clase de reflexión, algo muy manoseado por la izquierda pero que la derecha no se cansa de imitar, demostrando así que, como resulta obvio, en el plano cultural es la derecha la que se adapta a los moldes preestablecidos por la izquierda…¡ojo! El autor hace hincapié en ello a lo largo de este ensayo.

El tema de los progres puede dar muchísimo juego, pero el autor se queda en el cascarón, creando un ensayo de muy bajo nivel que puede resultar muy nocivo, debido a que al ofrecer un pensamiento trituradito, pasado por la batidora y que no exige ninguna clase de esfuerzo al lector, gran parte de este pensamiento (nocivo por definición, es decir, liberal)  acabará siendo interiorizado por el lector medio, generalmente bastante imbécil para discernir.

1,2,3, ¡a la mierda!

Español y con clase