Editorial Libros Libres 2008 |
Este pequeño ensayo pretende recoger en sus páginas una crítica
al progresismo que sea inteligente,
aplastante a la vez que divertida. El autor pretende dar cabida a toda la
munición de ironía y sarcasmo que cree poseer y abre fuego contra su enemigo.
En estos casos de fuego
amigo, un autodenominado liberal-conservador
(¡total ná! Libertad Digital, La Razón…blablabla) metiendo chicha al progresismo, no me suelo meter por que, en efecto, me resultan
graciosos y entretenidos, no obstante en este caso me he animado a ello y es
que no he podido soportar los aires de
intelectual perdonavidas del autor, que va de sobrao en todo momento cuando, la verdad, debía de haberse dedicado
a escribir la lista de la compra.
Es un libro simple, que pretende hundir topicazos progres mediante el método del topicazo liberal,
sin aportar ninguna clase de solución al hecho que pretende abarcar… además de
resultar muy cansino; la ironía y el sarcasmo, cuando se carece de
inteligencia, no es un arma digna de ser empleada en literatura. En mi humilde
opinión el autor debería haber relegado estas cualidades que cree poseer a sus
columnas de opinión, más cortas y más digeribles pues, como ya indiqué, resulta
cansino.
Además no cesa de pecar en los mismos aspectos que critica,
es decir, el empleo de un pensamiento “eslogan”
que no requiere ninguna clase de reflexión, algo muy manoseado por la izquierda
pero que la derecha no se cansa de imitar, demostrando así que, como resulta
obvio, en el plano cultural es la derecha la que se adapta a los moldes
preestablecidos por la izquierda…¡ojo! El autor hace hincapié en ello a lo
largo de este ensayo.
El tema de los progres puede dar muchísimo juego, pero el
autor se queda en el cascarón, creando un ensayo de muy bajo nivel que puede
resultar muy nocivo, debido a que al ofrecer un pensamiento trituradito, pasado
por la batidora y que no exige ninguna clase de esfuerzo al lector, gran parte
de este pensamiento (nocivo por definición, es decir, liberal) acabará siendo interiorizado por el lector
medio, generalmente bastante imbécil para discernir.
1,2,3, ¡a la mierda!
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