viernes, 23 de septiembre de 2011

Ecos de Hispanidad ( Antonio Moreno Ruiz, España)

El autor junto a la tumba de Francisco de Pizarro (Perú)


Hace unos días que vengo pensando como será la vida de mi querido amigo Antonio por tierras americanas. No puedo evitar imaginarlo empapándose de todo lo que le rodea, gozando con la cultura indiana y degustando cada minuto, acompañado de una mochila, un block de notas y una cámara fotográfica como únicos compañeros de viaje. No es difícil pues visualizarlo mientras que sufre en silencio por la partida de su querida Andalucía pero con la alegría de quién vive un sueño, una aventura, un deber, llegando el menda incluso a envidiar esa aventura de quien tiene la oportunidad de empaparse de esa América que todo español lleva en su corazón y que muchos, seguramente, moriremos sin conocerla. Sin conocerla, si,  pero amándola desde esta vieja patria que ejerció de madre hasta que sus hijas volaron y, como majestuosas águilas, emprendieron su propia aventura sin dejar de amar a la madre y sin que la madre, por lo menos su alma, dejase de amarlas.

Un español necesita de América para conocerse tanto como un hombre de sus ojos para no perderse.

Aquí les dejo esta hermosa poesía.


Tus armas y tus letras.

¡España! Yo he visto tus armas y tus letras,
allá en la Ciudad de los Reyes,
en el cetro de la Flor y Nata de las Indias,
en la niebla exhalada desde el Cerro San Cristóbal....
¡España, patria mía! Yo he estado en el túmulo de Francisco Pizarro,
donde me he sentado y he orado....
en aquel ambiente barroco que me conecta con mi Sevilla....
¡España! Yo he visto tu legado, tu sangre y tu cultura,
cruzando la grandeza de los mares,
mi alma se sobrecoge pensando en ti....


¡España! Yo he escuchado pintorescas historias,
acerca del Virrey Amat y la Perricholi;
he auscultado la viveza criolla....
¡España! Yo he cruzado el océano,
porque en tu seno no hallé sosiego ni hacienda,
y así, me hallo en el seno de tu progenie,
en uno de los que fue su más leal cetro....
¡España! Un andaluz te ama con locura en el Perú,
y con tus armas y con tus letras se siente Quijote,
en el mejor sentido de la palabra, pues....


¡España! No sé cuándo volveré a verte....
pero me quedo con tus armas y tus letras;
no tengo demasiada saudade, aunque ya algo tengo...
en ti dejo mi familia, mi terruño, el corazón de mi vida...
¡España! Yo provengo de tu raza, de tus campos,
yo te amo con todas mis fuerzas, yo, yo... España....
yo soy tu hijo y algún día, algún día, volveré,
no sé si definitivamente, claro... Pero sí sé que vendré con las fuerzas,
que me dio la tierra de tu Misión y tu Conquista,
en la tumba de Pizarro, España, me he revestido de ti. ¡Soy español!


Quien quiera conocer las impresiones del autor así como su obra en verso y prosa le aconsejo empiece por aquí:


miércoles, 21 de septiembre de 2011

La Faisanada (II)



Cuando parecía que el juez Ruz se había puesto las pilas y se iba a llevar por delante a una buena piara de traidores y desgraciados que campa a sus anchas por las cúpulas del CNP, llega el bueno del señor Bermúdez ralentizando el proceso, intentando desviarlo de la Audiencia Nacional a un juzgaducho de Irún donde el caso les viene enorme y seguramente serían incompetentes; eso el señorito Bermúdez lo sabe y , sin poder desligar del todo el caso del chivatazo de estos “policías” a ETA y el gobierno socialista, aprovechándose de los escollos y lagunas que nuestro sistema jurídico sufre, va el tío y sin sonrojarse lo más mínimo, nos dice que la colaboración habida entre los policías y la banda terrorista no es tipificada como colaboración con banda armada por que los “policías” que perpetraron el chivatazo no comparten la finalidad de la banda terrorista.

¿Pero este señor se piensa que somos gilipollas?¿De verdad no le da vergüenza pensar que nos vamos a tragar esto? Mi opinión es que le da absolutamente igual, la cabra tira al monte y después de lo del 11-M a este señor le debe dar igual todo; imagino que se encontrará tan sumamente endiosado como, en su día, su colega Garzón, paradigma de la prepotencia y la soberbia (quienes hemos trabajado con él lo sabemos demasiado bien). Quizás su objetivo sea llegar a ser tanto como lo fue Baltasar Garzón y para llegar a ello no esta dudando en utilizar parte del aparato jurídico más importante del Estado. Nada nuevo bajo el sol, desgraciadamente cada día son más los ejemplos de sometimiento del poder judicial al ejecutivo mientras todo el sistema hace aguas y aquí no paga sus culpas nadie…¿como pretenderá esta purria que luego los españoles quieran someterse al imperio de la ley con semejantes ejemplos? Por desgracia, eso lo estamos pagando en lo que nos toca, cada día más, los policías.  



Volviendo al tema, sin ser yo juez pero conociendo el aparato jurídico de lo penal considero que no hay que dar demasiadas vueltas ni interpretaciones a los hechos perpetrados por nuestros ejemplificantes jefes. Estos son (no olvidemos que son hechos probados):

-El conocimiento que los imputados tuvieron de la filtración
-Las declaraciones del dueño del bar Faisán, el colaborador Joseba Elosúa.
-El tráfico de llamadas de los teléfonos móviles entre las 11’10 y 12 horas del 4 de mayo de 2006
-La confirmación de la presencia junto al acceso del Bar Faisán de Jose María Ballesteros en los minutos previos a producirse la llamada telefónica investigada y que es atendida por Joseba Elosúa en el interior del establecimiento.
-La versión aportada por el Jefe Superior Enrique Pamiés en su declaración judicial que no desvirtúa la prueba indiciaria.
-En relación con la llamada, los datos que proporciona el interlocutor a Joseba Elosúa y cuyo conocimiento era restringido a nivel policial.
- El análisis de los cortes registrados en la cinta de vídeo vigilancia que sacó a relucir la Guardia Civil.

Con todo esto, en un país donde funcionase el Estado de Derecho, los señores Ballesteros, Pamies e Hidalgo se encontrarían en prisión, habrían sido rastreadas , investigadas y aclaradas las llamadas al Ministeriodel Interior y Moncloa, los responsables políticos encarcelados y el gobierno envuelto en una trama de corrupción y traición de grandes dimensiones nunca antes destapada donde habrían rodado muchas cabezas y depurado muchísimas responsabilidades.

En España, no. En España desaparecen pruebas de los juzgados.

Decía yo hace un par de meses que estos tres pajarracos valían más por lo que callaban que por lo que decían (si esta gentuza hablase caería hasta el apuntador), y que guardaba importantes reservas acerca de que todo este proceso terminase en buen puerto, decía también que si era más pan y circo se lo podían ahorrar (no fueron esas mis palabras exactas)…en un  par de meses se han encargado, no de tirar el proceso a la basura, pues todavía tengo confianza en el buen hacer del magistrado Ruz, pero si de enseñarnos que todavía podemos caer más bajo y demostrarnos que vivimos en un país con una cúpula policial bananera al servicio del poder, un sistema judicial infectado (casi muerto) por premisas políticas y un poder ejecutivo digno del adjetivo más deleznable.   

El problema es que vivimos en una sociedad que parece estar completamente anestesiada donde los imbéciles (por ejemplo) salen a la calle a manifestarse contra la visita del Santo Padre que debe ser algo monstruoso para ellos, mientras que callan vergonzosamente ante hechos de esta magnitud, tan graves que pueden derrocar a un gobierno y poner en jaque a un sistema entero. No es que el gobierno me importe tres narices mientras que el sistema se cae solito por su vertiente económica, pero midiendo con la vara del pensamiento único, por sentido común, debería de ser un hecho de la más extrema gravedad.

Eso es lo gracioso del pensamiento único que, paradójicamente, carece de sentido común.



martes, 20 de septiembre de 2011

Toledo, la Ermita del Cristo de la Luz, Alfonso VI y poco más


Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, andaba yo el Sábado pasado por Toledo, con motivo de los cursos de verano del foro Alfonso Carlos I organizados por la Comunión Tradicionalista Carlista, paseando por la calle del Cristo de la Luz en dirección hacia el cercano convento de los Carmelitas descalzos donde se organizaba el evento, cuando  pase junto a otros dos correligionarios por delante de la Ermita del Cristo de la Luz,recordando entonces la bella leyenda toledana habida acerca de dicha ermita y que, como toda leyenda, posee un cierto sentido histórico...y como todo lo toledano, posee un aire de milagro.

La tradición cuenta que el Rey Alfonso VI, cansado tras el sitio y la capitulación de Toledo en el año 1086 (creo no recordar mal)  entró en la ciudad imperial por la puerta antigua de Bisagra, acompañado de un gran séquito de caballeros y soldados. Cogió el camino natural y más directo, aunque más difícil: la cuesta del Cristo de la Luz.

Atravesó la puerta de Valmardón y cuando sobre su caballo pasaba frente a una mezquita que estaba situada a su izquierda, el animal se arrodilló y el muy mamón se negó a avanzar un paso más. Me imagino al buen rey , después de haber capitulado la ciudad de Toledo, con las ansias de llegar cuanto antes al Zocodover viéndose detenido por un caballo toca narices…el cabreo pudo ser monumental.

Pasado un rato, al caballo no le debía de dar la gana levantarse y, viendo lo insólito de la situación sumado a la persistencia del equino en su actitud, el monarca debió de pensar que era un aviso del Cielo, por ello y basándose en la explicación de este sorprendente hecho, entró en el templo donde , algo perplejo me figuro, observó que de uno de los muros salía un potente resplandor.

El rey Alfonso debió de alucinar en ese momento y rapidamente sin pararse a pensar mucho  ordenó excavar en el lugar, donde se encontró oculto tras un grueso muro un pequeño crucifijo que por lo visto había sido escondido por los antiguos fieles cristianos durante la invasión musulmana en un nicho, el cual emparedaron posteriormente. Los moros, en su buen quehacer y para variar, convirtieron la ermita en mezquita pasando los siglos sin más novedad.

Total, a pesar de los 3 siglos  transcurridos desde la perdida de Toledo a manos ismaelitas , dentro del nicho se mantuvo viva la llama de una lamparilla que , sobre un pequeño altar, iluminaba a la pequeña figura de Nuestro Señor. Cuando el rey y los hidalgos que le acompañaban lo vieron, cuenta la leyenda que un gran contento y alborozo se produjo entre ellos , por lo que decidieron tomar al Cristo y , encabezados por Él, entraron por la ciudad llegando al Zocodover.

El crucifijo se colocó posteriormente en la antigua iglesia que los moros convirtieran en mezquita, cuando esta fue de nuevo consagrada y dispuesta para la Fe, tomando desde ese momento el nombre de Ermita del Cristo de la luz.

Ahora, la arqueología, no yo, ha demostrado la existencia de una iglesia anterior a la conquista bajo ese solar; la arqueología ha demostrado, no yo, la existencia del nicho del que habla la leyenda y este relato queda documentado desde mediados del siglo XII. ¿Sucedieron los hechos que nos narra la leyenda? Sinceramente no creo, pero como decía antes, toda leyenda oculta en su espíritu algo de real y , bueno, el resto se lo dejo a usted, querido lector.

Ermita del Cristo de la Luz

Restos arqueológicos de la iglesia primitiva

Lateral en restauración

Puerta de Valmardón

Toledo mágico

nicho

Vista de la Ermita desde el convento de los Carmelitas descalzos

Fachada del convento donde se celebraron los cursos de verano del foro Alfonso Carlos I

jueves, 15 de septiembre de 2011

Anotaciones de sociopolítica independiente , por Ignacio Hernando de Larramendi


Ed. Plaza & Janes, 1977

Estamos ante un libro de pequeñas apreciaciones personales acerca de puntos que el autor considera imprescindible tratar en el momento en que redacta este trabajo, si no recuerdo mal en 1976 y pese a que en líneas generales es bastante interesante, no deja de tener sus luces y sus sombras, por otro lado como cualquier trabajo.

A pesar de tener un par de libros de Don Ignacio en casa (“Crisis de sociedad” y el reseñado) he de admitir que nunca me había puesto con ellos y cuando me decidí a empezar con este, es cierto que esperaba encontrarme con un Vázquez de Mella o un Elías de Tejada pero para ser justos no fue así. Don Ignacio fue un hombre digno de respeto y admiración a lo largo de su vida en muchos aspectos de esta, pero este libro no le hace del todo justicia.

Considero, quizás por el período en el que fue redactado, que el autor es demasiado suave con algunos aspectos en su crítica (principalmente con las izquierdas y los independentismos), algo distorsionado en determinadas apreciaciones (como Europa) y poco acertado en las predicciones, no obstante y a pesar de ello sigo manteniendo que es un trabajo que debe leerse, principalmente por el modelo de análisis que aporta y muchos de sus planteamientos que son verdaderamente buenos.

El trabajo lo componen 51 puntos examinados por el autor desde una óptica visiblemente tradicionalista de la cual el autor no reniega en ningún momento, y que suponen completo análisis de puntos referenciales para el desarrollo sociopolítico de una España todavía bajo la sombra del franquismo pero que se sabe cambiante, lo que el autor intuye no será fácil sin perder el sentido de lo que la propia patria supone y avisando, no siempre de forma acertada, de los peligros y consecuencias futuras a las que se enfrentará el pueblo español en los años venideros.

El aspecto más positivo es que cada análisis el autor lo realiza siempre haciendo hincapié en la concepción cristiana del mismo, aportando una solución basada en las formas morales tradicionales, limando muchas asperezas en lo que a determinados conceptos se refiere, tales como la empresa, la burguesía, la fiscalidad, la región, el progreso….y aportando aire fresco a mentes tan duras como la mía.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Wyoming, eso te pasa por bocazas

Andaba yo leyendo lo último de mi diario favorito, Público, cuando entrando en el blog de El Gran Wyoming, me topo con un artículo que calificaría cuanto menos de sublime titulado "Al Pan,pan" (léanlo, es cortito) donde el autor con su gran capacidad humorística e intelectual nos abre los ojos acerca de la maldad intrínseca y el fascismo latente habido en el ejercito español, principalmente por su participación en homenajes a los caídos por España (quedensé con lo de caídos por que trae tela marinera).



Parece que a nuestro bien hallado bufón de la corte monclovita lo que más le jode es que el acto en sí hieda a fascista por aquello de "a los caídos" y de paso nos da una lección de como el término de "a los caídos" está extraído del himno falangista "Cara al sol", además de instruirnos magistralmente con una breve reseña de donde aparece y quien es el fundador de La Falange.

Total, que aparte de haber quedado como un verdadero indigente mental , le ha salido un nenano en el circo que ha montado que le pone las cosas en su sitio, con unos comentarios que reproduzco a continuación:

#6 Comentario por Rorschach 10/09/2011 10:51
"Es la palabra “caídos” la que tinta el acto de fascista."
Hace falta ser cerril -por no decir una palabra mucho más gruesa- para soltar una burrada de ese calibre y quedarse tan fresco. Wyoming, aunque te fastidie, el término "caídos" se aplica a los soldados muertos en combate desde mucho tiempo antes de la Guerra Civil (esa que, para casi todos vosotros, es la única que parece haber existido) y se usa en muchos otros países a lo largo y ancho del mundo.
Pero, sin salir de España, te recomiendo que te pases por el puerto de Cartagena y podrás admirar allí el imponente Monumento a los Caídos... de la Guerra de Cuba. O por Cádiz, donde está el Monumento a los Caídos... de la Batalla de Trafalgar. O por Ceuta, donde está el Monumento a los Caídos... en la Guerra de África.
Más cultura y menos soflamas, Wyoming.

#13 Comentario por Rorschach 10/09/2011 11:44
Culturizando a Wyoming, a Joe Fitipaldi y a Pobrecito hablador.
Monumento a los CAÍDOS de las Brigadas Internacionaleshttp://rsamadrid.wordpress.com/2011/07/25/monumento-a-las-brigadas-internacionales/
Monumento a los pilotos soviéticos CAÍDOS durante la Guerra Civil Española.http://ucnr.blogspot.com/2009/12/inauguran-monumento-los-pilotos.html
Monumento a los CAÍDOS por la república en Sancedo.http://www.foroporlamemoria.info/documentos/2005/jgarcia_19062005.htm
De nada.

#28 Comentario por Rorschach 10/09/2011 16:29
#15 Pobrecito hablador, te has metido por en medio de donde nadie te llamaba para arrimar el ascua a tu sardina. Prueba con otro. Dices "no los llames caídos" cuando yo me dirigía a Wyoming, que decía en su ¿artículo? "Es la palabra “caídos” la que tinta el acto de fascista". Macho, dile a Wyoming que "no los llame caídos" y no me líes a mí. Yo me limito a demostrar que eso de llamar caídos a los muertos en combate no tiene nada de fascista más allá de las neuras de Wyoming, que ya sabrá él de dónde se ha sacado esa gilipollez.
¿Del himno de la Falange? Pues vaya. Mira, sin ir más lejos esta estrofa del himno republicano llamado "Los Campesinos"
Ya llegará el día de nuestra victoria;
la Paz por el mundo se paseará,
talleres y campos cantando la gloria
de los que CAYERON por la libertad.
O esta otra, de la "Canción del Jarama", que cantaban las Brigadas Internacionales.
Fue allí donde dimos nuestra hombría
y donde CAYERON nuestros valientes camaradas
Estamos orgullosos del Batallón Lincoln
y de la lucha que hicimos por Madrid
Allí CAÍMOS como vosotros, hijos del pueblo,
No sé, a mí no me parecen canciones muy fascistas, pero Wyoming dice que "en nuestra guerra no se cayó nadie", y Wyoming nunca se equivoca.
Así que, Pobrecito hablador, no hace falta que te vayas por los cerros de Úbeda y saques a pasear la crisis internacional, los muertos de ETA o la política de ZP. El tema es si "caídos" es un término fascista o no. Y, como enseñar al que no sabe es un acto de caridad, yo me limito a ponerte las pruebas delante de los morros, pero sin pretender obligarte a que entres en razón. Ya conoces el refrán: Puedes obligar a un burro a que vaya al río, pero no puedes obligarle a que beba.

Total, que me he reído como un niño, y es que este señor como miembro del autodenominado mundillo intelectual da todavía más pena y tristeza que como bufón.


SAVE THE PROGRES

Ecos de Hispanidad ( Amado Nervo, Méjico - Nueva España )

(1870-1919)

El Lirio Cárdeno






En el jardín del Alcázar luce un gran lirio morado,


Un gran lirio cuya pompa las demás flores humilla


Y que en su altivez enhiesta parece un abanderado


Que majestuoso enarbola el pendón real de Castilla.






No hay reyes ya, ni hay infantes que por los sitios umbrosos


Discurran como en las tardes de otros tiempos discurrían,


Comentando bellos lances venatorios o amorosos,


Y ostentando, a las miradas


De los villanos ingenuos, aquellas ropas chapadas que traían.






La sala de Alfonso el Sabio luce grecas de oro viejo


Y hay un balcón donde el cielo miraba el Rey, que al saber


Los absurdos del sistema tolemaico, muy perplejo


Pensó que si le llamara Dios a su santo consejo


Antes que construir el mundo….mejor le hubiera de hacer






¡ Cuántas acordadas músicas aquellos muros oyeron!


¡ Cuántas trovas estas torres en la quietud oportuna…!,


Y estas grises galerías, ¡ cuántas veces pasar vieron


La majestad desdeñosa de don Álvaro de Luna ¡






En los campos melancólicos los cierzos vienen y van,


Y parece que, añorando las dulces cosas que fueron,


Nos murmuran al oído : ¿ Qué se hizo el rey Don Juan…?,


Los infantes de Aragón, ¿ qué se hicieron ?




La Florida Española, Fuerte Mose: santuario de libertad para los negros


Al extremo del estado de la Florida, en los confines mismos de Carolina del Sur, está San Agustín, que pasa por ser la plaza más septentrional que ocupó España en la costa atlántica americana, si bien no fuera esta ciudad el genuino confín de las posesiones españolas, que unos pocos kilómetros al norte estuvo el Fuerte de Santa Teresa de Mose: lugar que hoy los americanos hoy reverencian como the black fortress of freedom, la fortaleza negra de la libertad.

En la navegación a vela, el tornaviaje de las Américas desde el Caribe se hacía aprovechando el arco de la corriente del Golfo, que empujaba las naves hacia el norte, dando lugar al riesgo cierto de que sufrieran ataques desde la costa continental, lo que aconsejaba contar con una base en tierra firme, con un apoyo militar desde el que evitar o paliar aquel peligro: conveniencia que llevó a levantar la fortificación de San Agustín, en un lugar propicio para abrigar naves y razonablemente fortificable.

Los españoles ya habían explorado la zona en expediciones que tuvieron lugar entre 1513 (Ponce de León) y 1563, pero sin llegar a levantar ninguna fortificación estable. Sin embargo, la presencia, en 1564, de un nutrido contingente de hugonotes franceses, que alzaron un fuerte en la desembocadura del río San Juan, suponía una seria amenaza, que llevó a España a la decisión de establecer una presencia militar permanente en el área. Esa fue la razón del desembarco de Don Pedro Menéndez de Avilés, que dio fin al establecimiento de piratas franceses –allí están sus tumbas- y fundó la ciudad de San Agustín, cuarenta y dos años antes de que los ingleses establecieran la colina de Jamestown, cincuenta y cinco años antes de que desembarcaran los Pilgrims fathers.

El paraje donde Avilés y los suyos desembarcaron, Misión de Nombre de Dios, es hoy de la Iglesia Católica, que lo mantiene y venera como el lugar más santo de América, por tratarse el primer lugar de los hoy territorios norteamericanos en donde se celebró la Santa Misa. Se trata de un espacioso y grato parque para la oración y la meditación, cuidado y arbolado, junto al mar, amparado por una cruz muy elevada, salpicado de rincones de referencia mariana y custodio de la ermita en donde se venera a la Señora bajo la nada corriente advocación de Our Lady of la leche, en una imagen de la Virgen lactante.
Imagen de Our Lady of la Leche y ermita en que se venera

Aunque hay ya rastros  en las catacumbas romanas de la devoción a la Virgen de la Leche, por la que se venera a Santa María cuidando tiernamente del cuerpo del Niño Jesús  y fue una devoción extendida por toda Europa, arraigó con particular intensidad en la España del siglo XVI, donde el rey Felipe III de Austria ordenó –corría 1598- levantar una ermita en su honor.
Conocedores y seguidores de tal devoción, los primeros pobladores españoles consagraron la primera ermita dedicada a la Virgen en lo que hoy es territorio norteamericano, bajo el nombre de “Nuestra Señora de la Leche”, cuya imagen era copia de la que se veneraba en Madrid, de modo que, habiendo sido destruida ésta, la original, el 13 de marzo de 1936, al ser devastada la iglesia madrileña de San Luis, en que se encontraba, por la vesania irreligiosa de los albores de la guerra civil, la réplica que se halla hoy en la Florida es lo más cercano que nos queda de aquélla que fue modelo, si bien también haya imágenes bajo el mismo título en Astorga y en Palas de Rei y hasta en Pisa y en Budapest.

La vida de la ciudad de San Agustín no fue pacífica. En 1586 fue atacada por el siniestro corsario Drake, al servicio de la corona inglesa. Sus edificios fueron arrasados y quemados, pero sin que ello quebrara la voluntad de España de mantener allí su presencia, como tampoco cejó ante el ataque del capitán pirata John Davis, que tuvo lugar ochenta y dos años después, o ante los sucesivos asaltos británicos de 1702 y 1740, siempre peligrosos y atroces, pero siempre sin éxito.

Por ironías de la política, la imbatida San Agustín vino a ser pacíficamente otorgada a la corona británica en 1763, si bien nuevamente retornaría a España de resultas del Tratado de París, en 1784, para permanecer española hasta 1821, en que fue entregada a los Estados Unidos.
San Agustín de la Florida, una plaza en disputa.
Los habitantes de San Agustín no esconden el orgullo por su pasado español, del que hay vestigios permanentes en el paisaje urbano. Y todavía hoy los nombres de las calles denotan la pasada presencia hispana: las calles de Valencia, de Granada, de Córdoba, de de Soto, de Avilés, de Cádiz, de Zaragoza, de la Artillería; y las casas con blasones, el Hospital Militar, la casa de los Mesa, la de los Peso de Burgo, la de los Ximénez-Fatio, la de los Hita, la de los Gallegos, y hasta la catedral, en la que campean los escudos español y norteamericano, hacen eco de lo que la ciudad fue. Y ese eco resuena incluso en la vida local, toda vez que, aunque se trata de una ciudad en la que la lengua inglesa prevalece, se mezclan en el habla local palabras del español colonial y hasta la vida es mucho más a la española que otras ciudades norteamericanas: vías estrechas, terrazas junto a los bares, parques donde corretean los niños, iglesias y misa de doce.
Emplazamiento de la ciudad de San Agustín y el castillo de San Marcos

Iglesias, piedras, blasones, cantan en San Agustín a una España que ya no existe

Se extiende la vieja ciudad española a lo largo de la península que se forma entre la bahía de Matanzas y la desembocadura del río San Sebastián, amparada, unas millas al sur, por el castillo de Matanzas, y al norte, por la imponente mole del castillo de San Marcos, sobre los que hoy, por gracia de la Administración norteamericana, no ondea la bandera de las barras y las estrellas, sino la blanca con la cruz de Borgoña, en un elegante gesto de respeto al propio pasado hispano.

El castillo, cuya actual traza data de 1672, sustituto de anteriores construcciones de madera que allí mismo se asentaron, es un importante ejemplar de la arquitectura militar española en las Américas, con baluartes apuntados hacia el exterior, y no se construyó en piedra, sino en coquina: una mezcla de moluscos y arena, aglutinada por la cal de las conchas, que resultó ser un excelente material, que no se destrozaba ante los proyectiles del enemigo, sino que los absorbía.
El castillo de San Marcos y la vieja bandera de la Monarquía Hispánica
La cercanía geográfica de San Agustín respecto de las colonias inglesas de Carolina del Sur propició un fenómeno que en España no es demasiado conocido: el establecimiento de un verdadero santuario de libertad para los negros que huían de la esclavitud británica.

Aunque ya se venía produciendo un goteo de esclavos fugitivos hacia la plaza española, fue la llegada de no menos de cien de ellos en 1738 lo que dio lugar al establecimiento de una población fortificada, unas millas al norte de la fortificación del castillo de San Marcos: el fuerte de Gracia Real de Santa Teresa de Mose: el primer sitio en lo que hoy son los Estados Unidos en que los negros pudieron vivir en libertad.

Desdichadamente, no ha habido hasta hoy ningún productor cinematográfico que se haya arriesgado a divulgar este episodio de libertad que es historia común de España y de los Estados Unidos, si bien sí sea  conocido y divulgado por los católicos norteamericanos (a título de ejemplo, la página sobre este particular de la diócesis de Denver), y sean de mucho mérito los esfuerzos que han venido haciendo el Old Florida Museum y el Florida Museum of Natural History, éste bajo la dirección de la profesora Kathleen Deagan, para indagar y dar a conocer lo que aquello fue, hasta la apertura, en 1991, de la exposición itinerante Fort Mose: America´s Black Fortress of Freedom.
Soldados españoles de raza negra, sirviendo en las plazas del Caribe.
Ciertamente, en la época, en las posesiones de España, era legal la esclavitud, pero las condiciones de los esclavos británicos y españoles no eran las mismas. El régimen de servidumbre español permitía, por ejemplo, que los esclavos tuvieran dinero propio, para comprar su libertad, les autorizaba a llevar a sus señores ante los Tribunales, impedía que se rompieran familias por motivos de venta y constituía, en definitiva, un sistema más benigno, lo que no fue desconocido por los esclavos que padecían el muy riguroso ordenamiento británico.

Ya en 1688 se corrió la voz entre los esclavos negros de Carolina del Sur de que San Agustín era un santuario para quienes escapaban. En 1687 había llegado el primer grupo de fugitivos, compuesto por ocho hombres, dos mujeres y un niño. Y el goteo fue a partir de entonces incesante, hasta llegar en cifras cercanas a la centena, como se ha dejado dicho.

Ante tamaño aluvión, se decidió, en 1738, permitir el establecimiento de los negros fugitivos, en régimen de libertad, en el asentamiento extremamente fronterizo que hoy se conoce como Fort Mose.
Enterrados hoy bajo las ciénagas, así debieron ser el pueblo y fuerte de Gracia Real de Santa Teresa de Mose. 
Curiosamente, ni los primeros esclavos en América habían sido africanos, ni los primeros africanos en América habían sido esclavos.

Aunque, como es sabido, el celo de la Reina Isabel prohibió en su testamento la servidumbre de los indios (“no consientan ni den lugar que los Indios vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados”), es lo cierto que esa real voluntad quebró no pocas veces en la práctica, llegándose a justificar la esclavitud de aquellos indios que rehusaran la conversión o practicaran el canibalismo. Y mientras que los primeros esclavos eran indios, estaban arribando a las Américas, como hombres libres, en las primeras expediciones, marineros, soldados y colonos de raza negra, como, por ejemplo, Juan de las Canarias, que se había enrolado en la Santa María con Cristóbal Colón; como Juan Garrido, que partió desde Sevilla, por su propia voluntad, hacia La Española (Santo Domingo) y participó en las exploraciones de Ponce de León y, luego, en las campañas de Cortés, con el que combatió en Tenochtitlán; como Estebanico, explorador de Pánfilo de Narváez quien, tras fracasar la expedición a la Florida de 1528, fue uno de los cuatro, de cuatrocientos, que sobrevivieron, al conseguir llegar andando, tras ocho años de caminar, desde la Florida hasta México, para luego morir en combate contra los indios Zuni; como Juan Valiente, que guerreó en Guatemala, en el Perú y en Chile; y como otros de los que no cabe memoria. 
Ciudadanos norteamericanos, vestidos con uniformes españoles de época, hacen memoria de la milicia de hombres negros libres que sirvió en los confines de la Florida.
No hay duda de que la existencia de hombres libres de raza negra bajo el régimen español alentó que se constituyera aquella comunidad de Santa Teresa de Mose, que fue, según han escrito Katlheen Deagan y Darcie MacMahon, un símbolo de esperanza para muchos africanos de la colonia inglesa.

Aunque la hospitalidad española respondía a la convicción de que quienes libremente abrazaran la religión católica debían vivir como hombres libres, hay que presumir que, junto a tal creencia, operaría la conveniencia de restar fuerza económica a las colonias británicas, generar inseguridad, y ganar nuevos trabajadores, aunque en régimen de libertad. Y es que en Carolina del Sur, sobre una fuerza de trabajo de cuarenta mil esclavos negros, dominaba una población blanca de sólo veinte mil colonizadores, en una proporción que hacía extremadamente preocupante cualquier intento de rebelión espartaquista.

De la política española de acogida queda testimonio en la cédula otorgada en 1693 por el Rey Carlos II, que cabalmente expresaba su voluntad de que “dando libertad a todos.. tanto a los hombres como a las mujeres.. sea ello ejemplo de mi liberalidad y dé lugar a que otros hagan lo mismo”.

Constantemente incrementado el número de quienes escapaban de las plantaciones esclavistas de Carolina, se llegó a constituir, en 1738, bajo bandera de España, una milicia negra, con oficiales de la propia raza, como lo fue el capitán Francisco Menéndez, en otro tiempo esclavo evadido. Y no se trataba de una fuerza simbólica, sino bien operativa, habida cuenta de que su calidad de veteranos fugitivos les había dado un buen conocimiento de la zona, mientras que su condición de antiguos esclavos, les hacía valientes y con resuelta voluntad de vencer, para no volver jamás a la servidumbre.

Destruido Fuerte Mose por los ingleses en 1740, sus ocupantes se defendieron desde San Agustín, que resistió.

Cuando, en 1763, por el tratado de París, se entregó pacíficamente la Florida a Inglaterra, los que habían sido defensores de Fort Mose embarcaron, junto a los pobladores de procedencia peninsular, hacia la isla de Cuba, especialmente hacia Matanzas, en donde siguieron su vida como hombres libres.

Sólo algunos de los antiguos esclavos regresaron a San Agustín cuando la Florida volvió de nuevo a España, en 1784. Y rindieron un último servicio al aplastar a los Florida Patriots, que se habían atrevido ocupar Mose, reclamando el territorio para los Estados Unidos. En aquella ocasión, una vez más, se destruyó el viejo fuerte, cuyo asentamiento quedaría enterrado en las marismas, para ser explorado sólo al cabo de muchos años, no ya por soldados, sino por voluntariosos investigadores.



Carmelo García Franco

martes, 6 de septiembre de 2011

Policías católicos, necesidad de movimiento


He llegado esta mañana al trabajo y ya en la puerta me han asaltado:

-¿Esos carteles los has puesto tu?¿O ha sido Menganito?
-¿Qué carteles?
-Los de los policías cristianos
-Que va, yo no he puesto nada y, que yo sepa, Menganito tampoco.

Total, que de camino a los vestuarios, donde se encuentra el tablón de anuncios, me he encontrado con esto:



Por pura curiosidad he buscado a través de Internet acerca de esta coordinadora y he visto que son evangelistas, y bueno, poco más de interés me ha reportado, aunque si me ha dado mucho que pensar. Aquí viene la reflexión, siendo nosotros, es decir, los policías católicos, una amplia mayoría, ¿Se puede saber donde estamos y como nos movemos? ¡de ninguna manera! Mientras que estos señores que no deben ser demasiados (desde luego no tengo la más remota idea de quien haya podido ser el que ha colgado este cartel en la comisaría ) ahí están, moviéndose.

Como algunos sabrán, ya nos estamos moviendo para iniciar un proyecto en común , pero queda todavía mucho por hacer.

Menuda colleja nos merecemos, ya nos podemos poner las pilas.