Parece ser que las aguas vienen turbias y el futuro que nos depara a los policías españoles es bastante negro; acabo de ver un fotomontaje de los Mozos de Escuadra donde, debido a los recortes que van a sufrir (y han sufrido) en breves, comienza a ser vox populi entre los agentes el iniciar una huelga encubierta de brazos caídos, lo que en el desempeño de la labor policial viene a significar el trabajo a requerimiento de terceros: trabajar para las emergencias y llamadas, nada de trabajo vocacional por así decir.
Me parece bien, no estoy en contra de ejercer presiones a las administraciones cuando estas se dedican a rebajar cada vez más el nivel de vida de los agentes mientras dilapidan dinero en gilipolleces innecesarias, pero si algo nos dice la experiencia desde el CNP y la GC es que precisamente esa acción no lleva a ningún lugar; me explico.
El trabajo en las fuerzas y cuerpos de seguridad, como sabrá el lector, es en gran medida vocacional y los puestos son asignados muchas veces por el propio mérito personal del agente, lo que en román paladino significa que el jefe de turno puede quitar de ese puesto al agente cuando le plazca y colocar a otro. Esto en términos laborales no viene a decir demasiado si obviamos la parte humana del agente, pero eso es algo que no podemos jamás de olvidar, pues ante lo que algunos piensan, resulta que los policías tienen familias, hijos, hipotecas, enfermedades…es curioso la cantidad de veces que hay que recordar el hecho de que un policía es un ser humano ¿ya lo saben verdad?
Los servicios de emergencia requieren de trabajo las 24 horas del día, por lo cual existen turnos y horarios a los que los agentes optan por necesidades casi siempre familiares. Pondré el ejemplo de mi lugar de trabajo, donde existe muchos puestos así, entre ellos el trabajo en el “K de noche”, que a fuerza de hacer turnos de 7 noches seguidas, los agentes de paisano que desempeñan su función en dichos indicativos tienen otros 7 días libres, siendo la gran mayoría de ellos de fuera de Madrid (en este caso), principalmente gallegos y asturianos. Estos agentes, que por regla general son los que con más dificultades pueden volver a su tierra destinados, necesitan estos turnos para poder hacer una vida relativamente normal con sus familias, aunque sea medio mes. Por ello y por la necesidad, en el momento de empezar determinadas acciones como la huelga de brazos caídos, al bajar su rendimiento los señores del Ministerio (con sus complementos, sus dietas y sus prebendas) comienzan a presionar de forma asfixiante y a estos agentes se les viene a decir que si no vuelven a rendir, los sacan de su puesto y ponen a otros en su lugar, quedando para ellos los tradicionales turnos africanos o la jornada normal de Lunes a Viernes con un fin de semana a trabajar (generalmente trabajada por madrileños). Lógicamente los agentes se ven forzados a volver a su actividad natural como consecuencia de una también lógica, visto desde su perspectiva, respuesta del Ministerio.
Esto no solo pasa en estos puestos que he mostrado de ejemplo; esto sucede en gran parte de los puestos de trabajo verdaderamente policial, donde se acumula la mayor parte de los agentes jóvenes que más dificultades tienen de conciliar su vida familiar con su vida profesional y ya se sabe, quien no curra no come, así que en la gran mayoría de los casos toca tragar y los demás compañeros no tenemos ninguna clase de autoridad moral para recriminarles absolutamente nada.
Algún lector me recriminará, con razón, el hecho de que es necesario reivindicar los derechos de los policías y buscar alternativas ante la lógica imposibilidad de ejercer puramente una huelga. Ahí es donde debemos de poner todo el intelecto a funcionar al 100% y buscar alternativas de presión. Tenemos muchos ejemplos.
¿Qué sucedió cuando la Comunidad de Madrid quiso bajar el sueldo a los trabajadores de Metro? Muy sencillo, mientras que la CAM asignaba toda la culpa a unos trabajadores fijos y bien pagados por no querer aceptar una reducción ínfima de su sueldo (la realidad fue bien distinta, no obstante no es el objetivo de este artículo) los trabajadores del Metro colapsaron la ciudad hasta que se hicieron cargo de sus reivindicaciones.
¿Podrían un grupo de agentes de la autoridad (los que fuesen) colapsar una ciudad? No, pero ¿podrían colapsar las administraciones? perfectamente. Pongámonos en el caso concreto y puramente teórico en el que en vez de ejercer una huelga de celo, los agentes de un cuerpo policial trabajasen a la japonesa ¿Cuáles serían las consecuencias? Lo sabemos ¿verdad? Es decir, trabajar con las leyes a rajatabla (Código Penal, 1/92, tráfico, legislación autonómica y municipal….) las consecuencias en los juzgados, hospitales, delegaciones y subdelegaciones de gobierno, ayuntamientos, la molestia que supondría al propio ciudadano de a píe… serían insoportables. Los agentes se convertirían en los malos de la película los 10 primeros días, más adelante, aunque solo fuese por el mero hecho del interés, las presiones irían dirigidas a la administración responsables de el cuerpo en cuestión que se propusiera trabajar con la ley en la mano. Y lo mejor de todo, ¿podrían recriminar algo las administraciones a los cuerpos policiales que aplicasen las leyes a rajatabla? Absolutamente nada.
Pues eso, estimados compañeros catalanes, esto es únicamente un recordatorio de cómo no debéis hacer las cosas y una llamada de atención para que lo que decidáis hacer, lo hagáis inteligentemente, nosotros fracasamos en ello, ¿y vosotros? El tiempo nos lo dirá.
¡Suerte!
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