martes, 20 de septiembre de 2011

Toledo, la Ermita del Cristo de la Luz, Alfonso VI y poco más


Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, andaba yo el Sábado pasado por Toledo, con motivo de los cursos de verano del foro Alfonso Carlos I organizados por la Comunión Tradicionalista Carlista, paseando por la calle del Cristo de la Luz en dirección hacia el cercano convento de los Carmelitas descalzos donde se organizaba el evento, cuando  pase junto a otros dos correligionarios por delante de la Ermita del Cristo de la Luz,recordando entonces la bella leyenda toledana habida acerca de dicha ermita y que, como toda leyenda, posee un cierto sentido histórico...y como todo lo toledano, posee un aire de milagro.

La tradición cuenta que el Rey Alfonso VI, cansado tras el sitio y la capitulación de Toledo en el año 1086 (creo no recordar mal)  entró en la ciudad imperial por la puerta antigua de Bisagra, acompañado de un gran séquito de caballeros y soldados. Cogió el camino natural y más directo, aunque más difícil: la cuesta del Cristo de la Luz.

Atravesó la puerta de Valmardón y cuando sobre su caballo pasaba frente a una mezquita que estaba situada a su izquierda, el animal se arrodilló y el muy mamón se negó a avanzar un paso más. Me imagino al buen rey , después de haber capitulado la ciudad de Toledo, con las ansias de llegar cuanto antes al Zocodover viéndose detenido por un caballo toca narices…el cabreo pudo ser monumental.

Pasado un rato, al caballo no le debía de dar la gana levantarse y, viendo lo insólito de la situación sumado a la persistencia del equino en su actitud, el monarca debió de pensar que era un aviso del Cielo, por ello y basándose en la explicación de este sorprendente hecho, entró en el templo donde , algo perplejo me figuro, observó que de uno de los muros salía un potente resplandor.

El rey Alfonso debió de alucinar en ese momento y rapidamente sin pararse a pensar mucho  ordenó excavar en el lugar, donde se encontró oculto tras un grueso muro un pequeño crucifijo que por lo visto había sido escondido por los antiguos fieles cristianos durante la invasión musulmana en un nicho, el cual emparedaron posteriormente. Los moros, en su buen quehacer y para variar, convirtieron la ermita en mezquita pasando los siglos sin más novedad.

Total, a pesar de los 3 siglos  transcurridos desde la perdida de Toledo a manos ismaelitas , dentro del nicho se mantuvo viva la llama de una lamparilla que , sobre un pequeño altar, iluminaba a la pequeña figura de Nuestro Señor. Cuando el rey y los hidalgos que le acompañaban lo vieron, cuenta la leyenda que un gran contento y alborozo se produjo entre ellos , por lo que decidieron tomar al Cristo y , encabezados por Él, entraron por la ciudad llegando al Zocodover.

El crucifijo se colocó posteriormente en la antigua iglesia que los moros convirtieran en mezquita, cuando esta fue de nuevo consagrada y dispuesta para la Fe, tomando desde ese momento el nombre de Ermita del Cristo de la luz.

Ahora, la arqueología, no yo, ha demostrado la existencia de una iglesia anterior a la conquista bajo ese solar; la arqueología ha demostrado, no yo, la existencia del nicho del que habla la leyenda y este relato queda documentado desde mediados del siglo XII. ¿Sucedieron los hechos que nos narra la leyenda? Sinceramente no creo, pero como decía antes, toda leyenda oculta en su espíritu algo de real y , bueno, el resto se lo dejo a usted, querido lector.

Ermita del Cristo de la Luz

Restos arqueológicos de la iglesia primitiva

Lateral en restauración

Puerta de Valmardón

Toledo mágico

nicho

Vista de la Ermita desde el convento de los Carmelitas descalzos

Fachada del convento donde se celebraron los cursos de verano del foro Alfonso Carlos I

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