Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, andaba yo
el Sábado pasado por Toledo, con motivo de los cursos de verano del foro Alfonso Carlos I organizados por la Comunión Tradicionalista Carlista, paseando por la calle del Cristo de la Luz en dirección hacia el cercano convento de los
Carmelitas descalzos donde se organizaba el evento, cuando pase junto a otros dos correligionarios por
delante de la Ermita
del Cristo de la Luz ,recordando entonces la bella leyenda toledana habida acerca de dicha ermita y que, como toda
leyenda, posee un cierto sentido histórico...y como todo lo toledano, posee un
aire de milagro.
La tradición cuenta que el Rey Alfonso VI, cansado tras el
sitio y la capitulación de Toledo en el año 1086 (creo no recordar mal) entró en la ciudad imperial por la puerta
antigua de Bisagra, acompañado de un gran séquito de caballeros y soldados. Cogió
el camino natural y más directo, aunque más difícil: la cuesta del Cristo de la Luz.
Atravesó la puerta de Valmardón y cuando sobre su caballo pasaba
frente a una mezquita que estaba situada a su izquierda, el animal se arrodilló y el muy
mamón se negó a avanzar un paso más. Me imagino al buen rey , después de haber capitulado
la ciudad de Toledo, con las ansias de llegar cuanto antes al Zocodover viéndose
detenido por un caballo toca narices…el cabreo pudo ser monumental.
Pasado un rato, al caballo no le debía de dar la gana
levantarse y, viendo lo insólito de la situación sumado a la persistencia del
equino en su actitud, el monarca debió de pensar que era un aviso del Cielo,
por ello y basándose en la explicación de este sorprendente hecho, entró en el
templo donde , algo perplejo me figuro, observó que de uno de los muros salía un
potente resplandor.
El rey Alfonso debió de alucinar en ese momento y
rapidamente sin pararse a pensar mucho ordenó excavar en el lugar, donde se encontró oculto
tras un grueso muro un pequeño crucifijo que por lo visto había sido escondido
por los antiguos fieles cristianos durante la invasión musulmana en un nicho,
el cual emparedaron posteriormente. Los moros, en su buen quehacer y para
variar, convirtieron la ermita en mezquita pasando los siglos sin más novedad.
Total, a pesar de los 3 siglos transcurridos desde la perdida de Toledo a
manos ismaelitas , dentro del nicho se mantuvo viva la llama de una lamparilla
que , sobre un pequeño altar, iluminaba a la pequeña figura de Nuestro Señor. Cuando
el rey y los hidalgos que le acompañaban lo vieron, cuenta la leyenda que un
gran contento y alborozo se produjo entre ellos , por lo que decidieron tomar al
Cristo y , encabezados por Él, entraron por la ciudad llegando al Zocodover.
El crucifijo se colocó posteriormente en la antigua iglesia
que los moros convirtieran en mezquita, cuando esta fue de nuevo consagrada y
dispuesta para la Fe ,
tomando desde ese momento el nombre de Ermita del Cristo de la luz.
Ahora, la arqueología, no yo, ha demostrado la existencia de
una iglesia anterior a la conquista bajo ese solar; la arqueología ha
demostrado, no yo, la existencia del nicho del que habla la leyenda y este
relato queda documentado desde mediados del siglo XII. ¿Sucedieron los hechos
que nos narra la leyenda? Sinceramente no creo, pero como decía antes, toda
leyenda oculta en su espíritu algo de real y , bueno, el resto se lo dejo a
usted, querido lector.
Ermita del Cristo de la Luz |
Restos arqueológicos de la iglesia primitiva |
Lateral en restauración |
Puerta de Valmardón |
Toledo mágico |
nicho |
Vista de la Ermita desde el convento de los Carmelitas descalzos |
Fachada del convento donde se celebraron los cursos de verano del foro Alfonso Carlos I |
No hay comentarios:
Publicar un comentario