sábado, 17 de diciembre de 2011

Reflexiones castellanas: ¿es usted policía?

  


Hacía mucho tiempo que no me daba la vena de ponerme romanticón con los temas de trabajo, pero hoy he tenido tiempo de pensar (mal hábito, lo sé) y he llegado a una conclusión que , por sabida e interiorizada, la tenía olvidada; la conclusión es simple:  estoy orgulloso de ser policía.

Estoy trae diferentes observaciones, mas si cabe dentro de un planteamiento crítico, al propio sentimiento de orgullo y la noción del ser policía, incluso si me apura y me soporta querido lector, al puro concepto policía.  Sea paciente amigo mío, me explico.

Esta semana ha sido como las demás, el Lunes un camello de poca monta nos lió un pollo de cuidado; mientras mi compañero (que además es mi amigo)  y yo realizábamos una identificación con motivo de una reclamación judicial, el camello en cuestión se puso muy nervioso y antes de que cantase un gallo ya estaba lanzando puñetazos y patadas (que por cierto me dieron a mi)  para intentar salir por patas; intentar, si, pues mi compañero estaba en el lugar y pudo interceptarle. Acabamos los dos revolcados en el suelo con él para poder reducirlo y engrilletarle, mientras el buen ciudadano traficante de droga increpaba a sus colegas para que le echasen una mano con los dos maromos de más de cien kilos que tenía encima, yo pedía refuerzos por el equipo. Cuando la cosa estaba más jodida y los ánimos más caldeados, los amigos del personaje en cuestión (se podrán imaginar, ningún premio Nobel entre ellos) venían con intenciones nada saludables para el que escribe y su compañero. En ese mismo instante llegó un zeta, a los pocos segundos otro y así hasta 3 vehículos radiopatrullas habían acudido de refuerzos, ¡en menos de 1 minuto!. Lo demás no interesa al relato.

El Miércoles nos curramos varios servicios que, fruto del trabajo de varias semanas, se tradujeron en un par de entradas en determinados puntos calientes de venta de droga de la zona donde trabajamos. Cuando durante la reunión previa solicitamos que viniesen  con nosotros un par de indicativos de apoyo, la reacción de los compañeros fue impresionante, parecía que regalábamos cupones, absolutamente todos se quisieron apuntar. Sobra decir que el jefe puso orden, asigno un zeta y un indicativo de motos de apoyo. También sobra decir,  el resto se quedaron atentos al equipo por si había que apoyar, bastante cabreados por no haber podido venir.

Esto resume de forma gráfica y bastante a las claras el ambiente que a día de hoy se está viviendo en las comisarías españolas, mayormente en las plantillas donde abundan los compañeros más jóvenes, y da que pensar en la situación que vivíamos hace apenas 6 o 7 años en comparación con la actual. Todo un lujo.

Otra de las cuestiones que me hizo reflexionar acerca del hecho de sentirme orgulloso por poder ejercer un oficio que amo de corazón, ha sucedido hoy, durante el trabajo y la verdad no es nada del otro mundo pero es un hecho que ejemplifica de forma extraordinaria el tema que estoy tratando y que quiero hacer ver al lector.

Ya era de noche y escuchamos por el equipo que se comisiona un zeta debido a la llamada de un vigilante de seguridad de una obra que requería presencia policial debido a que varias personas habían entrado en dicha obra y podían estar robando material de construcción. Nos hemos puesto las pilas y hemos acudido; mientras que llegábamos al punto, no pensábamos en el peligro que podía acarrear llegar los primeros, no pensábamos que nos podían abrir la cabeza a ladrillazos (ojo que esto ya me ha pasado) o que nos podríamos encontrar con personas que no tuviesen nada que perder (y estos, cuando se sienten acorralados son bastante peligrosos) … no, íbamos comentando los planes de boda de mi compañero, las risas que nos pasamos el Jueves, lo jodida que se está poniendo la vida con la dichosa bajada de sueldo y que los inútiles y calienta sillas de la División de Personal no sacan ni pa atrás Acción Social este año. Estoy convencido de que si nos hubiésemos parado a pensar lo que nos podría suceder habríamos llegado al lugar acojonados o simplemente no haber ido (ya que no era a nosotros a quienes nos habían comisionado, simplemente íbamos…) por que a todo esto, ni somos super hombres ni tan siquiera personas dotadas de características especiales, somos simplemente hombres y como tal nos tenemos.

Al final la cosa fue una tontería, unos bandarras que no tenían nada mejor que hacer que colarse en una obra para hacer un poco el ganso y pasar la tarde, pero ese no es el hecho. Podría poner muchísimos ejemplos que a lo largo de mi carrera he vivido, pero creo que explico perfectamente lo que quiero decir.

Es decir, estoy orgulloso de mis compañeros y de la labor que desempeño; pero aquí viene otra cuestión de fondo, al final de todo ¿qué somos? ¿simples funcionarios o algo distinto? ¿Somos personas que trabajan para el Cuerpo Nacional de Policía o somos policías que formamos dicho cuerpo? Sabemos bien que , como en botica, hay de todo y más si nos fijamos en determinados puestos y alguna que otra oveja negra dando balidos por los pasillos. También escuece mucho el propio comportamiento de nuestros cabezas pensantes (con sus puestos designados por el politicastro de turno), su séquito de lameculos y los que ansían la palmadita en la espalda, por cierto, estos últimos los peores. Esto genera una gran controversia, pues a los ojos de la gente todos somos policías pero desde dentro sabemos y conocemos la diferencia, sabemos que no somos lo mismo y de hecho no nos consideramos iguales, jugamos en distintas divisiones y desgraciadamente el reconocimiento es la mar de injusto.

Por un lado estamos los policías, los que curramos y curramos bien: el chaval que patrulla los peores barrios de madrugada, el inspector que coordina un turno, el que coge las denuncias de una mujer que acaba de ser violada, el que sentado en un apolo se tira 12 horas vigilando un objetivo, el que se pega 10 horas frente a un ordenador trabajando unas diligencias fruto de una investigación de meses,  el jefe que se pega con un juzgado entero para dar la cara por los suyos , que sabe suyos y que siente suyos…los que no trabajan sino que pelean.

La otra división es más turbia, más oscura: son los que trabajan para si mismos y, de paso y por que toca, para la Policía. Son los trepas, los calienta sillas, los que se esconden en las intervenciones, los corruptos, los que son capaces de traicionar a sus muertos por la dichosa palmadita o el puesto prometido, los que se prostituyen al interés político o mediático, los que venden el buen nombre de nuestra institución, los que carecen de escrúpulos, los vividores, los sinvergüenzas…los mierdas, los cobardes.

Nos acercamos ya al meollo de la cuestión, el propio y real significado de policía que va íntimamente unido al propio ser policía. ¿Es policía todo el que supera unas pruebas, tiene placa y pistola? Legalmente de necios sería negarlo, pero no todo el que posee esas cualidades será policía a los ojos de la propia filosofía, del mismo sentido común y de sus compañeros.  Veamos que nos diría la mente más privilegiada de su época y una de las más influyentes en la propia cultura occidental (antaño cristiana) , el Buey Mudo, Santo Tomás de Aquino: <<Ens est id quod haber esse>> , es decir, se entiende por ser cualquier manifestación del ser en cada una de sus características: como acto y como potencia. Será policía quien actúe, se manifieste y ejerza como tal, además como es obvio de tener esa condición de puro formal, que es la que legalmente le considera como agente de la autoridad, otorgándole una serie de obligaciones y oficio que le serán remuneradas.

Vamos a volvernos locos, que esto se va terminado. ¿Policía? ¿Policía será quien  adopte un sistema de leyes cambiantes y no posea ni voz ni conciencia? ¿Qué acate todo como una máxima indudable? si la cosa es así, ¡que pare el tren que yo me bajo! pues de estos polvos vienen aquellos lodos y de nada valdría seguir escribiendo. El policía sabe que se tiene que adaptar , lógicamente, a un sistema legal y que en la medida de sus posibilidades y conciencia debe hacerlo cumplir, pero sabe también a quien se debe; se debe a los suyos, a su familia, a sus vecinos, a su comunidad … a su patria; porque lógicamente la quiere, la respeta y la guarda…este es el fin de la existencia de nuestro oficio, lo que debemos tener claro al final y lo que algunos no entienden o directamente se lo pasan por el forro de las pelotas. Por ello debemos sacar a relucir aquel concepto que nos enseñaron muy por encima y de pasada (mientras nos taladraban con detritus de corrección política inservible)  en las aulas de la academia y que no es otro que el poder discrecional, la capacidad de decidir y el deber de amoldar los hechos y las circunstancias a la propia situación, a la personal y necesaria decisión.

En fin, por hoy ya es suficiente y me quedo contento de saber que alguien haya podido acabar la parrafada que les acaba de soltar este extraño sujeto. Por lo menos reflexione querido lector…

¿Es usted policía?

Ahí es nada.

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