Ediciones "Cultura Hispánica" 1952 |
Encontré este pequeño ensayo en una librería de viejo
mientras investigaba acerca de diversas obras de Don Enrique Moreno Báez y una
cosa llevó a la otra, acabando esta pequeña obra entre mis manos. Desconocía
totalmente al autor pero al ojear el volumen decidí llevarlo para casa; la
decisión fue acertada.
Se trata de un discurso que el autor, político y empresario
uruguayo, ofreció a las autoridades españolas e hispanoamericanas en la Granada de principios de
los años 50. El hecho de que se trate de una transcripción hace que una obra
pierda algo de fuerza pues siempre se dejan de lado las capacidades oratorias que el autor del mismo pudiera poseer, que en el caso de una conferencia de esta índole, suelen
ser las que dotan al texto de su atmósfera emocional. En este caso la pérdida
no sería excesiva pues la exquisita prosa del autor ofrece una digna baza a la
herencia literaria hispano-americana que tantos motivos tiene para
enorgullecerse por la belleza y sinceridad de sus letras.
Este trabajo se divide en 12 puntos en los cuales el autor
demuestra una verdadera vocación hispanista, remontándose a las capitulaciones
de Santa Fe y al signo de la empresa isabelina, con toda su dote universalista
amparada en el genio de unos hombres indómitos que necesitaban volar para
acercarse a Dios y que se sabían tocados por su Gracia. Se hace referencia en
este sentido al mensaje y compromiso que de los procesos históricos nació en la
familia hispana así como al propio imperativo necesario de la unidad de todos
estos pueblos, quedando perfectamente reflejado en lo que fuera el imperio
hispánico, tan distinto (lo demuestra el autor) del moderno concepto de
“imperialismo” que ha resultado confundido , denostado y de tal forma ligado con la colonia y el colonialismo que el autor se ve obligado a
realizar diversas matizaciones acerca de ello.
A su vez, el autor no olvida observar al ser humano desde la
perspectiva hispánica común a todos los pueblos que forman la Hispanidad , donde se
realiza siempre una exaltación de la persona humana, siempre limitada por lo
justo y divino, sabiéndose condicionada por ello y , gracias a ello, capaz de
cualquier empresa. Es aquí precisamente de donde emana la propia esencia de
lo hispano que es esa dádiva o darse de forma gratuita a lo que es cimiento y
base de cualquier proceso universal se llame este Roma, Reconquista, Fe,
evangelización, Tradición o Cruzada.
No cabe duda, pues el propio autor lo menta, que se siente
una verdadera nostalgia de la antigua unidad hispánica que el autor ve cada vez
más cerca y es posible que en el contexto en que se escriben estas líneas no le
faltara razón, pese a que nuestra generación ha visto como se ha ido diluyendo
toda el esfuerzo de nuestros abuelos en generar o , mejor dicho, regenerar esa
antigua y brava Hispanidad, por otro lado siempre unida , pase lo que pase,
pues se encuentra ligada a algo más que a un simple proceso histórico y
material, siendo el alma de la
Hispanidad la fe, salvando barreras de raza o sangre, por lo
que el autor viene a exaltar esa precisa unión de Hispanidad y catolicismo como
argamasa indestructible que en un futuro incierto y peligroso, donde ese alma
común vuelva a correr peligro, hará que veamos, quizás, los frutos de lo que
plantaron nuestros padres.
Todo este proceso se realiza no en tierra baldía, si no en
planta perfectamente abonada, dejando al lector la noble tarea de trabajar la
tierra heredada y ya saben ustedes, nobleza obliga….
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