Precisamos de ímpetu para la batalla solemne de todos los días, la batalla de vivir, porque la vida del hombre sobre la tierra es milicia para luchar.
Ímpetu para la santidad y para la milicia, para ser y saber ser, para defenderse ,para mantener el amor y mantener la lealtad, para estar quieto y para pasar a la acción , para el pensamiento y para la oración, para afirmar rotundamente y para negar valientemente, para el apostolado.*
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