Bien quisiera, para mí, la gallardía cabalgando sobre el estilo y manifestando en todo tiempo y lugar, la actitud gallarda del caballero ,que sabe que lo es por razón de fe en Cristo y no por cabalgar caballos.
La gallardía buena , la que concurre en la vida pegada la humildad y siempre tras ella, quisiera para ti, hermano , cuando como hoy ,anda la ruindad tocando a todas las puertas y entrando en las casas y contaminando el aire que respiramos y todos los pechos que antaño podían mantenerse sin coraza de dineros, de puestos y de dones buscados, que no ganados y, fácilmente concedidos, que no merecidos, en la justa lid de la vida.
¡Gallardía! por que el hombre ha de serlo ante los problemas que vienen y son muchos y ,ante quienes miles de veces pretenden hacernos creer que lo sentimos por apetito , y no por hambre , que ellos quisieran que fuera así , para mejor ofrecernos las migajas de un banquete , caídas al Lázaro del pobre Epulón .
¡Gallardía! pero no sólo en el instante que se precisa, no , sino en todo instante del vivir y del comer y del reír y del llorar y al amar y de saber morir.
¡Qué difícil hermano!
Gallardía para confesar el pecado y para pedir la penitencia.
Gallarda sea tu actitud ,hermano. Y adoptes ante la vida es gallarda postura que fácilmente el Señor la concede a quien ni la pide, ni la busca, sino que la encuentra cuando sabe que es deber y cumplir con Él por encima de todo. Aún del mismo yo, que a veces - demasiadas - se hace escuálido y escurridizo, para más parecerse al otro.
Al otro, que no soy yo.
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