El Mundo Moderno nos introduce de forma cada vez más asfixiante dentro de su paradigma de la vida pequeña, de la economía mezquina y brutal, de la exaltación del ombligo, de la renuncia a los hijos, a la fe, a los sueños, a la poesía, al frío y al calor, ... convirtiéndonos en una masa tibia sin carácter , de ciudadanos del mundo, de hombres y mujeres envejecidos dentro de una inmadurez interminable...
Cada vez más pequeños, cada vez más viejos, cada vez más miserables.
Esta es nuestra triste vida, reducida a los placeres de la entrepierna y el estómago.
Sus ciudades, sus salarios, sus tabús, sus tótems, ... y su única salida: morir en nuestra pequeñez.
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