El mundo, nuestro mundo, vuelve despectivamente la vista a los bienes de la Moral universal y la comunidad espiritual.
Corremos como locos, la frente en sangrentada a fuerza de tropezar contra todos los obstáculos, por los caminos de odio y de la locura, gritando nuestras pasiones, desbaratando todo, para apoderarnos, nosotros solos , de lo que jamás podremos conseguir.
El mundo está deshecho, patas arriba, y el camino que nos marca parece demasiado oscuro ; aún con estas , de cierto que la Historia nos ha reservado la sublime misión de mantener la fe como bandera y el espíritu como espada.
Demostremos que sólo del exceso del mal puede salir el remedio. Esto no es invención mía , pues lo prometía la Palabra cuando ,a través del Apóstol de las Gentes ,nos decía: " Ubi autem abundavit delictum, superabundavit gratia" (donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia) Romanos 5,20.
Vivimos la catástrofe que esperaban nuestros grandes intelectuales , cuando por boca de Aparisi , nos decía que «entonces resonará por España , cuan extensa es, largo gemido; gemido que hará temblar dentro de sus sepulcros los huesos de nuestros padres»
Tantas ruinas se han amontonado sobre la pobre España que es necesaria una vista muy penetrante para descubrir, debajo de ellas, aquel espíritu gigante que hizo gloriosos a nuestros padres.
No dudes que ahí está, vivo y poderoso, aunque profundamente sepultado. Por ello me vienen a la cabeza aquellas terribles palabras de Vázquez de Mella cuando se preguntaba : « y entre ese poso social, ¿ no se descubre ya la veta de oro de dónde salieron en otro tiempo raudales de heroismo?» para luego sentenciar autoritariamente: « ¡Si! ;pero como un siglo de tiranías miserables ha depositado encima tantas escorias, es preciso ahondar en ellas, hasta tropezar con las losas sepulcrales de los mártires, y partirlas con el puño de las espadas, para que salga su espíritu inmortal con nueva vida para este pueblo , que está esperando la hora Suprema en que resuene con acento vibrante en sus oídos el llamamiento que escuchó Lázaro en su tumba»
Esperemos, entonces, ese llamamiento; mientras tanto permanezcamos aguantando los horribles alaridos, las espantables confusiones, las lágrimas de nuestras madres y el terror que las hiela , virilmente (¡ESTO VIR!) de pie...entre las ruinas.
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