No hay ,desde luego, ningún corazón que no esté manchado de villanías, de cálculos sórdidos ,de faltas inconfesables, de todo eso que crea en la mirada resplandores equívocos.
Incluso aquellos santos que lograron la perfección por Caridad, de vuelta de las aguas turbias, conservaron para siempre un regusto amargo de las cenizas del Siglo.
Yo no sé, la verdad , si es esto lo que está sucediendo a España y a nosotros mismos; lo que si sé es que necesita urgentemente purificarse, y con España y sobretodo ,nosotros; puesto que cuanto más avanzamos más abundan en nuestro corazón las huellas del dolor ,que desgarran, porque están hechas de cosas delicadas que se deshicieron y de grandes y pequeñas realidades que, siendo sinceros, ya no volverán más.
Algunos dirán que soy derrotista, nada más lejos de la realidad ,pero ¿hay ojos que sean capaces de mirar y no temblar?
Esta España moderna va a la cabeza y está coronada como la meretriz de la basura ; ¡cuánto lodo tras lo tristemente convencional de ella! ¡de nosotros! ¡tras cada una de sus sonrisas! ... de las nuestras.
La caída es sólo el final de muchas traiciones previas. El espíritu no se abate más que cuando las fibras del corazón se han roto secretamente, una tras otra, está subterfugios, pretextos y abandonos envueltos en esas vomitivas sonrisas de hombre. Ya ha comenzado la caída, lo demás viene solo, y el aterrizaje va a ser , quiera Dios, como mínimo , de emergencia.
La bajeza está en el pensamiento antes que el barro lo advierta. El cuerpo no cede más que cuando el alma ha abandonado a la corriente los remos que debieran trazar caminos rectos sobre el agua Inmaculada.
Estamos desechos por nuestras flaquezas, por nuestras cobardías, por nuestras tristezas . ¡Y todavía nos las damos de cristianos! (los pocos que quedamos) : la fe sólo vale lo que es capaz de conquistar; el amor, mientras arde ; la caridad en tanto que salva. p
Preguntémonos, pues, que hemos conquistado , cuánto ardemos y cuantos somos capaces de salvar. Esa es la raíz de nuestra Reconquista.
Cuánta razón tenía Balmes cuando escribía en 1843 : « en una vasta llanura entrecortada por suaves colinas existía en otros tiempos un magnífico edificio que levantaba hasta las nubes la cúpula y sus torres gigantescas. La amenidad del país, la feracidad de los campos, el despejo del horizonte ,la hermosura del cielo, parecían decir que allí no podía faltar la vivienda del hombre. Sin embargo , el tiempo ,que todo lo destruye, había desmoronado el edificio, consumido sus techos, desmantelado paredes, minado y destrozado sus cimientos. Aquí un enorme paredón amenaza desplomarse de un momento a otro; aquí una bóveda cuyos estribos se van cayendo a pedazos; arco aislados ; columnas que no sostienen nada; grandes aberturas en los parajes antes cerrados; montones de escombros sobre el lugar de las antiguas entradas; descomunales boquerones en el suelo; todo confusion y desorden; todo ruinas.
El hombre no vive en aquellas estancias , pero la habitación no está desierta. Los zorros , los jacales , las hienas, los Tigres , todas las alimañas y fieras del desierto han hallado aquí su cueva; las sabandijas,los dragones y todo linaje reptiles encuentran cómoda la guarida en las numerosas y profundas hendiduras; los buitres, las lechuzas ,los murciélagos ,tienen su nido en los restos de las torres y almenas.»
El liberalismo ha convertido en ruinas todas nuestras referencias tradicionales; y , entre esas ruinas de pasadas glorias sé han atrincherado las fuerzas de la revolución y la desidia , dispuestas a rechazar los más violentos ataques soberbiamente confiando su poder invencible.
Toca reñir espiritual combate para asaltar unas posiciones en cuya fortificación tantos años se habían empleado y tantas energías se habían consumido; ya urge desalojar de ellas al enemigo y sobre las ruinas en las cuales nos encontramos en pie efectuar de nuevo una Reconquista del espíritu.
Reconquista que apremia ,pues pues nos encontramos en estado de ruina y esclavitud , qué es la muerte del alma (y con las cosas de allá arriba no se juega)
Debemos tener claro que somos nosotros los que debemos salir a ese combate espiritual ; nos va la vida en ello.
La época de las grandes afirmaciones y las grandes negaciones de las que hablaba Donoso ha comenzado.
¿Estás preparado?
Yo estoy convencido de que Dios se valdrá de nosotros para mostrar su poder. Por eso nos deja caer hasta lo más bajo, tan solo para levantarnos hasta lo más alto.
ResponderEliminarUn saludo y ánimo ¡Fe ciega en la Victoria!