Llevo un tiempo diciendo que el mundo moderno es terriblemente aburrido y por ello inventa tantos sucedáneos para tapar sus enormes carencias afectivas e intelectuales.
Vístete según dicta la moda ingeniada por el más estúpido cretino de la más deplorable multinacional; adquiere compulsivamente las últimas novedades aparecidas en las vitrinas de sus grandes almacenes de los más inútiles aparatos; piensa y siente según dicta la masa... y cuando hayas acabado con este proceso, tus costumbres y tus aficiones serán los que dicte un mundo decadente y enfermo donde el suicidio representa la causa de muerte violenta más común en todo Occidente.
Estamos aburridos, decía , lo que significa que hemos renunciado al sueño y al espíritu; es la enfermedad de las almas y de los cerebros vacíos.
La alegría y el amor mismo , no se exaltan ni se hechizan sino en la medida en que el alma mantiene la poesía y fortifica los impulsos de la sensibilidad.
Es absolutamente necesario mantener la Fe que es aquella que nos hace soñar y pensar nuestro amor.
Pero el mundo moderno niega la fe. El mundo moderno no quiere creer.
Hemos de volver la espalda cuanto antes a ese mundo material, que nos atrae y nos captura, para volver de nuevo los ojos al cielo , a lo más alto.
Toda comparación moderna, material , parecerá entonces mezquina junto a la liberación que nos da la victoria del espíritu , sobre las inquietudes, los bienes y las necesidades materiales.
La felicidad puede nacer en todas partes , a través de los hechos más insignificantes, y en verdad no es fuera de nosotros , sino dentro de cada uno , en cada hombre que busca la Verdad ,en cada hombre sano, dónde está Cristo y a través de Cristo, con supremas posibilidades.
La cosa es tan fácil como creer , lo demás se nos dará por añadidura.
Tu decides.
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