Editorial Planeta, 1999. |
¡Recordad al Cid! Resonaban las rudas gargantas de los cruzados
europeos que combatían en el ejército de San
Luis a mediados del siglo XIII cuando pretendían, desde Egipto, recuperar
Jerusalén. Dos cruzadas que fueron una catástrofe, pero ese es otro tema, el
hecho que quiero resaltar es que a tan solo 150 años de la muerte de Don Rodrigo, su nombre y sus hazañas ya
habían recorrido la
Cristiandad europea (la cual si conocía a duras penas donde se encontraba
Castilla) y eran símbolo de arrojo, fuerza, valor y sobre todo, victoria. Victoria,
la de un hombre que murió invicto y que , como apunta el romance cuando Don
Rodrigo entabla conversación con San Lázaro, este le informa que lo que ha
iniciado crecerá de día en día.
Tampoco dejó indiferentes a sus enemigos, Ibn Bassam, personaje puramente hostil
a Don Rodrigo escribió de él <<milagro
salido del dedo de Dios que llevaba la victoria clavada en su bandera>>…casi
nada.
Nada más cierto, pero ¿Qué clase de hombre fue Don Rodrigo? La
literatura, no obstante, nos ofrece una visión juglaresca que simboliza el espíritu
noble y cristiano de nuestro Campi Docto, lógicamente aderezado con elementos
literarios que sobrepasan la realidad, pero tras esa legendaria figura
encontramos la de un hombre real, que como afirmara Menéndez Pidal, poco tendría que envidiar a la de su figura épica
y literaria.
Existen multitud de trabajos acerca de la figura de Don
Rodrigo Díaz de Vivar, unos mejores que otros, incluso con afán de “destripa
leyendas” (corriente principalmente
francesa y progresista a cuya cabeza se haya Dozy), pero sin duda alguna el más completo y
objetivo se trata del aportado por el profesor Gonzalo Martínez Diez en “El
Cid histórico. Un estudio histórico sobre el verdadero Rodrigo Díaz de Vivar”.
Estudio publicado en 1999 con objeto de conmemorar el IX centenario de la
muerte de Don Rodrigo.
Este trabajo nos va a mostrar la vida de Don Rodrigo, desde
sus difusos orígenes hasta su muerte e incluso su legado más directo, de una
forma más que correcta que pasa el siguiente nivel del estudio histórico
sazonado con muy buenas dosis de divulgación y entrega, demostrando el nivel
del autor, dedicada su vida al estudio y la enseñanza. En estas páginas nos
vamos a sumergir en pleno siglo XI, en las políticas existentes en los diferentes
reinos y taifas habidos en una España que empezaba a levantarse tras haber caído,
en las intrigas y en las batallas, en la sociedad castellana y la Zaragoza musulmana
(principalmente), en la realidad política de los condados catalanes y del
emergente reino aragonés, etc… un estudio más que excelente en el que a través
de la vida de Don Rodrigo se vislumbra todo lo anterior, no obstante el Cid
participa en todas las realidades sociales de su tiempo , batalla y vence a catalanes,
a Navarros, a moros, participa en intrigas y en batallas, se hace protector de
la fe…conoceremos al Rodrigo siempre leal, al Rodrigo cansado, a un Rodrigo
vengativo caer sobre Logroño, al Rodrigo que ama, al Rodrigo padre y al Rodrigo
que odia. Todo ello aportando el autor una vasta documentación que , se hace
cristalino, controla al dedillo. No obstante el Padre Martínez Díez es seguramente el mayor experto vivo acerca de
la historia medieval castellana y de la figura de Don Rodrigo, lo que me
recuerda que hace unos meses el padre Gonzalo publicaba en “Arqueología, historia y viajes sobre el
mundo Medieval” un excelente artículo (que tengo intención de colgar cuando
tenga tiempo para transcribirlo) acerca del camino y correrías del Cid en
Valencia.
Considero que, junto a “La España del Cid” de Menéndez Pidal, es la obra más interesante y fiable acerca de la
figura del campeador y por ello, desde esta olvidada tribuna que debe su nombre
a Don Rodrigo el de Vivar, aconsejo fervorosamente su lectura, pues es el Cid
una de esas personas que contribuyen a la empresa de la fe y del hombre incluso
más que a la de la patria, es quizás junto con Cervantes y algún otro que
olvido, uno de los españoles más universales y que mejor representa el espíritu
de hispanidad y sin duda, agárrense, el de Dios, Patria, Fueros, Rey… esto último
ya lo explicaré más adelante, así que no me despellejen todavía.
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