«Es grande espíritu nuestro era religioso y monárquico: en cada una de esas grandes glorias está grabada una cruz: desde los que se levantaron en Covadonga hasta los que cayeron en Zaragoza, jamás acometieron nuestros padres ni una de esas altas hazañas sino yendo en pos de una cruz y a la sombra del estandarte de nuestros reyes.
¿Cómo vosotros, los que decís: ¡abajo la Iglesia Católica!; los que gritáis: ¡abajo los reyes! , os atrevéis a reivindicar parte ninguna de tan gloriosos recuerdos?. Esos recuerdos os condenan: esos recuerdos son nuestra herencia: contentaos vosotros con la de los convencionales, vuestros padres, que blasfemaron de Jesucristo-Dios, que decapitaron la Monarquía.
¡Esos son vuestros padres!.»
(Aparisi , obras, tomo III , ps. 237)
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