Una interesante aproximación a la temática más discutida del Descubrimiento.
Editorial Planeta (2ª Edición) 1992 |
Independientemente de otros temas cuando uno lee a quien
hizo de su vida la escritura y además goza con ello no puede sino más que
degustar lo que tiene delante. Ese es el caso que me atañe ahora mismo, por que
cuando tomé , no sin ciertas reticencias, este trabajo y comencé con su lectura
no pude hacer otra cosa que disfrutar y degustarlo como un niño al que acaban
de regalar un algodón de azúcar.
Es un trabajo exquisito que nos muestra el alma hispanista
de su autor, una intencionalidad y potencialidad divulgativa fuera de serie
acercando hechos históricos, sociológicos y culturales al lector de forma
divertidísima y sin rebajar el nivel lo
más mínimo.
El ensayo consta de tres partes bastante diferenciadas, la
primera y en mi opinión más potente nos acerca a los enigmas del continente
americano, desde las profecías clásicas hasta las medievales pasando por Séneca,
Raimundo Lulio o Dante; el enigma celtibero y tarteso americano, la gran
mentira nórdica y anglosajona del mapa de Vinlandia y la leyenda (de origen católico
por cierto) sin base histórica del
descubrimiento y pseudo-colonización vikinga en el continente americano. Más
que interesante apartado acerca de la realidad o el mito de Sánchez de Huelva o
la figura de Santángel en la empresa colombina y una más que interesante
teoría, que por cierto solo queda en eso, acerca de la relación entre Asia, África
y los primeros habitantes del continente hermano.
En cuanto a la segunda parte, a mi personalmente es la que
menos me ha interesado, el autor nos trata de la historia española sumergida en
América haciendo hincapié en los restos de nuestros naufragios a lo largo del
continente pero con especial énfasis en el mar Caribe, donde nos expone los
procedimientos utilizados por los norteamericanos para recuperar tesoros
ocultos en el fondo del mar y dando especial relevancia al hecho de que suponen
porciones de nuestra historia que están olvidadas por nosotros y casi la vergüenza
que supone sean más estudiadas por naciones extranjeras que por la propia
España o sus naciones hermanas hispanoamericanas.
De el sentimiento último que expresa el autor en el última
párrafo al que me refería, nace el tercer capítulo dedicado a lo que el autor
denomina “Otras americanerías (Cortés)” donde Don Torcuato desmigaja las aventuras de
los vascos en américa, en el océano Pacífico y el Asia (con especial referencia
a las amadas Filipinas) , y presta especial atención al fenómeno antinatural
que se ha originado a lo largo de los siglos en la figura del más grande entre
los granes, Hernán Cortés, exponiendo de forma energética, vivaz y casi
minuciosa la aventura de este genial hidalgo extremeño, desde tierras castellanas
hasta mejicanas, dotando de base a la patria mejicana y, con el tiempo,
enfrentándose no al olvido, sino a la mentira y el escarnio de su memoria. Cortés,
un hombre que según el autor (y el
lector que escribe esta reseña) fue el conquistador más importante y grande que
ha dado la humanidad, por encima de figuras como las de Alejandro Magno o Julio
César, tanto por lo que conquistó, el elemento religioso y cultural que doto a
lo conquistado (que paso a ser parte vital de esa vieja patria europea) y la
perdurabilidad de su obra, a día de hoy visible. En fin, me pongo pesado con el
tema de Cortés por que el autor incide mucho en ello y por que no le falta razón
cuando afirma que somos un pueblo condenados por nosotros mismos, sin necesidad
de leyendas negras ni demás zarandajas extranjeras.
Otro tema que desconocía totalmente y que resulta cuanto menos
interesante es la brutal similitud existente entre las religiones americanas
precolombinas y la cristiana; tema que el autor realza en varias ocasiones
incluso aportando material de otros escritos suyos para plantear la hipótesis novelada
que el denomina <<La
Biblia maya y el Polpol Vuh cristiano>> .
Para terminar no podía el autor dejar de lado a las Canarias
y , por supuesto, la figura que está presente a lo largo de este trabajo y de
nuestra memoria, la persona de Cristóbal Colón al que nunca la Cristiandad estará lo
suficientemente agradecida.
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